Dejando a un lado la polémica suscitada esta semana por el ministro Moratinos --conocido ya en círculos cacereños con el sobrenombre de Desatinos--, cada día que pasa sorprende más la inexplicable parsimonia con que algunos representantes políticos se toman el reto histórico de Cáceres de ser capital europea de la cultura en el 2016.

¿Por qué no se ha creado aún un consorcio entre el ayuntamiento y la Junta para crear un proyecto sólido, más allá de la insuficiente comisión gestora que echó andar tímidamente en el 2003? ¿Por qué no se atisba todavía un plan de inversión en materia urbanística, turística y cultural que sitúe a la ciudad en primera línea de competencia con Córdoba y Málaga?

¿Por qué la timidez sigue marcando las declaraciones y las metas de las autoridades tanto de Cáceres como de Mérida? ¿Qué tienen las dos capitales andaluzas que no pueda lograr, con dinero encima de la mesa, Cáceres en un horizonte de ocho años?

¿Por qué no nos creemos de una vez por todas los cacereños que, si se ponen los medios, nuestra ciudad es la gran favorita para la capitalidad cultural de la UE, mal que le pese a Moratinos?

Me temo que si nos echamos a dormir y no se empieza a hablar ya de presupuestos y de proyectos urbanísticos y culturales, Cáceres fracasará. La elección se producirá en el 2012, pero los deberes deben estar hechos mucho antes.