Hace veinte años Cáceres era también plaza, adarve, museo, Maltravieso, convento, estudio, aljibe y torres regias, iglesias, ermitas, murallas, naranjos, palmeras y huertas. Cáceres, monumental, rosario de letanías, de silencios y de piedra, Cáceres, Semana Santa, de lujo, bandera de nuestra tierra, herencia de romanos y judíos, de árabes y cristianos, de gentes de bien toda ella, pero fue descubierta hace 20 años, conquistada de nuevo, para que sin dejar de ser nuestra fuera de todos, patrimonio mundial. Y ese fue nuestro reto, nuestra fuerza, nuestro empeño mayor, nuestra tarea, tomar conciencia, preservarla, cuidarla como una novia y dejar que gusten de su belleza todos los que por miles aquí llegan, para sentir, para vivir, para escuchar el silencio milenario de sus piedras.