Hablo en el título de la parte por el todo pues, en efecto, cuando un cacereño se refiere a la ciudad monumental, lo hace sabiendo que se refiere a esa isla de piedra varada en el astillero de la historia, como si no existiera el resto de la ciudad. Y no es así, pues la isla patrimonial está rodeada de vida y ella misma encierra una gran vitalidad, cada vez más, aunque no es menos cierto que hay quienes desearían verla en un eterno letargo. Quizás un deseo, movido por la voluntad de que las cosas permanezcan en su quietud o quizás para que sean ellos únicamente los que puedan intervenir, pues sólo en ellos está la verdad de las cosas bien hechas. Todos los demás siempre se equivocan.

Cuando se informa parcialmente, interesadamente y de parte de alguien, se hace como cuando se dicen medias verdades. Cuando se cae en la irresponsabilidad individual, frente lo colectivo, contra el prestigio y el nombre de una ciudad, por la vanidad personal de aparentar lo que no se es, de querer representar lo que no se tiene, se cae en la necedad y la insensatez, ambas faltas reñidas con la discreción y el rigor de quien aparenta ser un profesional por los calificativos de sus títulos, pero carece de sustantivo.

Conservar, intervenir, mejorar. Conceptos complejos cuando además se aplican a un espacio Patrimonio de la Humanidad. Hay que conservar el patrimonio y existen leyes específicas que obligan a sus titulares a hacerlo y yo me pregunto, quienes ostentan la propiedad o el usufructo de tan valioso patrimonio ¿cumplen las leyes o lo hacen relajadamente? Puedo decirles que la responsabilidad municipal queda superada con creces en lo que se refiere a esta cuestión, a tenor de los medios disponibles, pero también que no hay un sólo día en el que no se concrete una acción municipal en la materia. Reparaciones, limpieza, vigilancia, control, inspección, restauraciones, reposición de elementos, mejoras permanentes, obras, dotaciones, equipamientos, servicios... traduzcan todo esto en medios materiales y humanos y evalúen el coste diario en el presupuesto municipal, el de todos los cacereños.

Intervenir, esta es la eterna cuestión que yo no les voy a poder resolver, porque entre otras cosas no la resuelven los más claros e importantes especialistas en la materia, aunque se reúnan en otros cien nuevos congresos para debatir sobre el tema. Y vamos a la cuestión, ¿las actuaciones concatenadas de San Francisco, San Roque, Miralrío, Ribera del Marco, son las que hay que hacer y como se están haciendo? Pues miren, creo que sí, y no solo lo creo sino que además confío en los técnicos redactores de los proyectos, en quienes los supervisan y controlan y en las diferentes administraciones que vienen financiando las obras, porque las han considerado correctas.

Las actuaciones antes citadas se deben contemplar de forma interrelacionada, pero no es menos cierto que no deben confundirse, para crear precisamente eso, confusión. San Francisco está prácticamente rematado y ahí está para ser juzgado y usado por quienes transitan a diario por la zona. Yo creo que esa obra crecerá en aprecio con el tiempo y la relación con las otras dos intervenciones. El eje San Rogue-Miralrío, con la demolición de un pequeño grupo de infraviviendas, es la intervención más delicada, de ahí que el trabajo sea muy cuidadoso y los controles aplicados con todo rigor. Esta intervención ha dado frutos arqueológicos y patrimoniales que ya justifican lo realizado, pero creo que habrá más y, desde luego está dando un vuelco a la manera de ver y entender la ciudad monumental. Se han abierto nuevas líneas de investigación, hay nuevos restos y la zona afectada ha ganado en valoración y calidad histórico-patrimonial. Cosa que antes, hace apenas nada, se ignoraba o no se tenía en cuenta, quizás por aquello de que las cosas hay que mantenerlas intactas en el tiempo, salvo eso sí que lo dirija quien todo lo sabe. Y por lo que respecta a la ribera habría que decir que ésta no es sólo el tramo final, hay que contemplarla integralmente, para que lo tengamos en cuenta; y desde aquí vuelvo a reclamar, como he hecho donde corresponde, su vigilancia y recuperación integral.

Para mejorar, esa es la intención, la voluntad que ha animado a quienes hemos asumido el riesgo de unas decisiones que nos han llevado a tales intervenciones, lógicamente supervisadas e informadas por los técnicos correspondientes a cada acción. Deseamos que tales actuaciones mejoren la ciudad en la parte afectada y en el todo, que Cáceres sea más apreciada como Patrimonio Mundial, tenga más riqueza histórico-artística, sea una ciudad con más calidad de vida, precisamente en algunas zonas que hasta ahora no han tenido la atención que merecían. Podemos equivocamos, como en cualquier acción humana, pero nadie puede poner en duda o riesgo lo que cuesta tanto y, mucho menos, menospreciar, el rigor de los que intervienen en estas actuaciones.