Me gusta Cáceres en mayo. La ciudad se echa a la calle y la participación en las diferentes manifestaciones culturales y religiosas dejan claro que cuando hay oferta, la demanda ciudadana responde. El mejor exponente y más masivo es el novenario de la Virgen de la Montaña, que reúne a miles de cacereños en la concatedral de Santa María. No es fácil encontrar una respuesta de ese calibre a esta cita que hoy acaba con la subida al santuario de la patrona.

Es un hecho que, si en la variedad está el gusto, Cáceres da fe de ello. La próxima semana irrumpirá el festival Womad como el mejor escaparate hacia el exterior de la ciudad como antes lo ha sido Foro Sur y pronto será la Casa Grande, sede definitiva de la colección de Helga de Alvear.

Y como broche a mayo, las ferias que, aunque lleguen a fin de mes, siempre son una apuesta segura para la diversión. Ante tal avalancha de acontecimientos, quizá sería mejor dejar para otras épocas del año, más frías y más aburridas, alguna de las citas que ahora se nos amontonan. O, por qué no, apostar por ampliar la escasa oferta para el otoño-invierno.

El fin de lograr la capitalidad cultural europea del 2016 debe empezar a refrendarse con apuestas concretas. Cáceres necesita movimiento para seguir andando.