Repartieron 10.000 octavillas, pegaron 5.000 carteles y colocaron dos pancartas, una de ellas lució durante meses en el balcón principal del ayuntamiento, un hecho único en la historia de la democracia cacereña porque nunca se había colgado una pancarta similar en sus barandas. Pero, además, recogieron 12.000 firmas, enviaron cartas al entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, organizaron conferencias, reuniones y movilizaron, en fin, al conjunto de la ciudadanía por una causa común: evitar el cierre del Cimov.

Ayer, Raimundo Medina, presidente de la todavía existente Plataforma Ciudadana El Campamento No Se Cierra valoró la decisión del Ministerio de Defensa sobre la Operación Cimov y consideró como un "logro común" la permanencia del acuartelamiento. Destacó la actitud de Bono, Ibarra y de Saponi así como de los 30 colectivos que integraron este movimiento ciudadano, del que hasta entonces no había precedentes en Cáceres.

"Queríamos que no se nos fuera de la ciudad y lo hemos conseguido", dijo Medina. El líder vecinal recordó que la plataforma se fundó el 12 de julio del 2001, a las 20.30 horas, en la sede de la Agrupación de Asociaciones de Vecinos de La Madrila, tres meses después de que se anunciara oficialmente el cierre de la base. La también conocida como Plataforma Pro-Cimov se definía entonces como una "iniciativa social de talante democrático, plural y autónomo" y su fin era "la consecución de una alternativa de uso militar para las instalaciones del campamento".

El colectivo, que defendió el diálogo y la consulta social, siempre recordó que Cáceres colaboró con la Fuerzas Armadas, "aportando incluso los terrenos sobre los que se asentó el Infanta Isabel, cuya venta ha reportado a Defensa un notable beneficio económico sin que éste repercuta mínimamente en el municipio". Hoy, cuatro años después del comienzo de aquella lucha se saben ganadores de la batalla.