Cáceres saltó y vibró al unísono. Ayer fue la primera de las dos grandes noches del festival Womad. Cientos de personas aguardaban expectantes a primera hora de la tarde el concierto inicial de los ocho que se sucedieron durante la jornada. Las banderas de la ciudad y la comunidad autónoma ondeaban a media hasta, en recuerdo a las víctimas del accidente de tráfico ocurrido el jueves en Monterrubio de la Serena, por las que se guardó un minuto de silencio.

Y llegó la hora. Eran casi las 18.45 cuando Laurap le dio la bienvenida a los numerosos womeros reunidos en la plaza Mayor cacereña con un rato de buen rap. Era su segunda vez en Womad. La primera fue hace cuatro años pero su estado --se encontraba embarazada-- le impidió disfrutar "a tope" del festival. "Vamos a aportar muy buen rollito ", comentó antes de su actuación. Vaya si lo consiguió.

El Niño del Pegamento recogió el testigo con un público encandilado, que ya se contaba por millares. Antes se sinceraba. "Es una alegría inmensa, aunque nos sentimos un poco pequeños entre tanto gran artista", explicó Dani Rodilla. Minutos después, esa sensación caía en el olvido. La gente se contagió rápidamente del particular estilo de esta banda extremeña. La mezcla del flamenco con el rock más puro, capitaneado por guitarras eléctricas y potentes amplificadores, caló hondo entre el gentío. Justo lo que buscaba Dani: "Nuestra música es para bailar", comentó. Se respiraba puro Womad. Y aún eran las 20.00 horas.

Paralelamente, en San Jorge, Germán López presentaba De raíz , su último trabajo. Bulerías y rumbas se fundían con melodías de la otra punta del planeta. La marroquí Sophia Charaï, otro gran ejemplo en el arte de la fusión musical, trajo ritmos de fado portugués impregnados con un aroma de la vieja chanson francesa y los siempre pegadizos sonidos latinos. Chispeó algo, pero, a la hora de cierre de esta edición, nada había enturbiado Womad. La gente quería más.

CULMEN Entonces habían pasado más de tres horas de intensa música, y todavía faltaba lo mejor. Sobre las 22.00 Cáceres iba a brindar su mejor recibimiento al continente africano. A esa hora estaba programada la actuación de los malienses Mamani Keita y Vieux Farka Touré, quizás los dos artistas más esperados en esta edición. Tras Keita, actuaba el Jimmy Hendrix del Sahara, Vieux Farka Touré, hijo del legendario guitarrista Ali Farka Touré. "Formar parte de Womad significa mucho para mí", aseguraba el maliense por la mañana, cuando presentó la música que iba a tocar por la noche. Era su primera vez en Cáceres pero a Touré ya le resultaba familiar. "Se parece a mi lugar de origen, me encanta", comentó.

En la plaza ya no cabía un alma cuando el reloj daba las diez de la noche. Es incalculable la cantidad de personas que disfrutaron ayer de la XXIII edición de este festival multicultural. Como cada año desde 1992. Y al cierre de esta publicación aún restaban por hacer acto de presencia otros artistas como Gigdem Aslam y La Pegatina, el grupo que iba a colocar el broche de oro a otra noche extraordinaria de Womad. Hoy más.