Me he asomado a la Plaza, como hacía desde niño cada mañana. Con los ojos abiertos buscadores de anhelos, de recuerdos y ansias. Recordando jornadas que marcaron afanes, desde tiempos de infancia. No es lo mismo que en los tiempos pasados; hoy me peinan las canas. Pero el aire solemne que mis padres le daban a enseñarme el oficio, y a querer esta Plaza, aún perdura en mi alma. Y marcaron mi vida. Me enseñaron la senda recorrida por ellos en la lucha diaria. Amasaron mi vida como amasaban siempre, con sus manos amantes, imprimiendo en amores cada parte de masa. Y seguí su camino reflejando sus ansías. Y volcando en mi Plaza, los momentos gozosos y los juegos; los paseos alegres y las tristes jornadas provocadas por mozas que me daban la espalda. Y el paseo de la tarde; las cucañas de feria, y nocturnas verbenas con la alegre charanga que marcaba la Banda.

Esas viejas nostalgias han buscado los huecos que marcaron mi vida. Y la torre de enfrente, coronándola Ceres, que ha cambiado su sitio, pero no de esperanzas, despertaba a diario al compás de los soles contraluces del alba mis alegres mañanas. Aunque hoy había niebla, distinguí entre el celaje, que mis compis de antaño se afanaban ufanos en seguir mis andadas. Tocan otros clarines, los tambores que suenan al asomo del alba, son distintos que antaño. Pero el sol que hoy se esconde es el mismo. Pero sigue la Plaza.

Aún perduran en ella, como en tiempos remotos, las reuniones del ágora. Con personas distintas y distintos afanes, pero siempre en la Plaza. Ya no cambian tebeos, ni novelas de amor o de viejas andanzas. Hoy se venden los sellos, monedas, rarezas y viejos recuerdos que les sobran en casa.

Pero siguen bajando y viniendo a ésta Plaza, desde jóvenes gentes hasta seres solemnes vigilando quehaceres que mantengan las piedras que formaron mi Plaza, y que no me las cambien, ni derriben, ni ajen, porque quiero verlas hasta el fin de los siglos. Aunque yo ya no exista quedará siempre entero el espíritu alegre, que conformó esta Plaza, en lugar de reuniones y juegos; de encontrar los amores bajo arcos ilustres dándole forma y alma, sosteniendo pilares que aguantando las casas formaron mi Plaza.