Los cacereños solamente tienen una solución legal para desprenderse del cadáver de sus animales domésticos: llevar el cuerpo al vertedero municipal que gestiona Conyser en la carretera de Badajoz, donde acabará depositado en la fosa de cal viva. Un final poco sensible y delicado que sorprende a muchos dueños de mascotas y que les cuesta llevar a cabo, por lo que algunos deciden enterrarlos en un campo propio o de terceros aunque no esté permitido. Otros, por falta de medios o simplemente de sensibilidad, se ahorran los trámites y los dejan en estercoleros e incluso en los contenedores del casco urbano, envueltos en bolsas o en una vieja manta. Consciente de ello, el ayuntamiento pondrá fin al problema.

El concejal de Desarrollo Local, Miguel López, ha avanzado a este diario su decisión de instalar una incineradora donde los propietarios puedan deshacerse de los cuerpos de una forma más digna. El edil ya ha encargado un estudio a los técnicos municipales para determinar el coste, la puesta en marcha y su funcionamiento. "Tenemos voluntad de llevarlo a cabo, y no será a largo plazo", precisó Miguel López.

El contrato suscrito entre el ayuntamiento y Conyser para la gestión de los residuos incluye una cláusula que permitirá desarrollar este servicio. "Solo habría que implementar una tasa que sería pagada por cada ciudadano que hiciera uso de las instalaciones, y que permitiría a su vez costearlas", explicó el concejal. Precisamente, en estos momentos se realiza el estudio económico del futuro horno, que además será regulado por una nueva normativa municipal. "Hay incineradoras de este tipo en otras ciudades y municipios, veremos cómo funcionan", agregó López.

DEMANDA SOCIAL El concejal del área ha decidido dar el paso tras escuchar las reiteradas peticiones de profesionales veterinarios, de ciudadanos en general y de la propia Asociación Cacereña de Protección Animal, que llevan años solicitando una incineradora para la ciudad. "Nos llaman muchos propietarios sin saber qué hacer con los cuerpos de sus mascotas. Cuando les contestamos que deben llevarlos al vertedero, no les parece nada agradable. La gente mayor se disgusta especialmente: no tienen ni idea de adónde llevar al perro de compañía de toda la vida, a veces llevan dos días con el cuerpo en casa", explica Juana García, presidenta de la protectora, colectivo que gestiona la perrera municipal y que ha visto cadáveres abandonados en los lugares más insospechados.

No es que el futuro horno vaya a concienciar a todos, y los habrá que sigan utilizando pozos, cunetas y zonas deshabitadas como el ferial para dejar los cuerpos, pero muchos sí podrán dar al animal un final más acorde con su recuerdo en vida.