Aunque apenas conservamos restos arqueológicos y fuentes documentales, se cree que la colonia romana Norba Caesarina fue arrasada por los Alanos aproximadamente sobre el año 411, pueblo que después de siete años de permanencia en el solar cacereño fueron derrotados por las huestes del rey Leovigildo, y Cáceres pasó a ser dominada por los visigodos durante tres siglos.

En esta época se produjo una guerra con matiz religioso entre Leovigildo, que profesaba el Arrianismo y su hijo, el futuro San Hermenegildo, que abrazó el Catolicismo. Según el profesor Rubio Rojas , tanto Mérida como Cáceres, que formaban parte de la Lusitania eran católicas y Leovigildo las arrasó, destruyó y mató a un gran número de sus habitantes.

Las tierras cacereñas fueron visigodas hasta la llegada de los agarenos en el siglo VIII, aunque Cáceres no llegó a interesarles a los musulmanes en un principio y se convirtió en un campo de batalla permanente entre los cristianos y los moros.

Los visigodos formaban una minoría en la sociedad hispanorromana de la época. Trajeron la ruralización social, entrando en declive muchas villas, y se sustituyó la esclavitud por el colonato; pero cada uno de los dos pueblos se regía por sus propias leyes. Desapareció el comercio y la minería, actividades económicas esenciales en la economía romana.

LA SOCIEDAD visigoda era eminentemente agrícola y ganadera, continuaron con los mismos cultivos de la época romana aunque trajeron la alcachofa o las espinacas y las tierras eran trabajadas por los colonos. El rey era la autoridad política en la comunidad visigoda y tenía un consejo formado por nobles llamado "Aula Regia".

Mantuvieron la administración territorial de la Hispania Romana poniendo a los "duces" como gobernadores de las provincias y a los "comités" al mando de las ciudades. Fueron famosos los Concilios de Toledo de los que se celebraron 18 entre los años 400 y 702, donde los obispos de todas las diócesis debatían y decidían temas relacionados con la política y la religión.

No tenemos huellas visigodas en la ciudad de Cáceres, aunque en la provincia conservamos la espectacular basílica de Santa Lucía del Trampal en Alcuéscar, única en el mundo por sus singulares rasgos arquitectónicos y por ser uno de los pocos ejemplares que se conservan de la arquitectura altomedieval hispana en el sur de la Península. Pero sobre Santa Lucía dada su enorme importancia hablaremos en nuestra próxima crónica con más detalle.