José Luis Merchán sorteaba los productos de la mesa de ofrendas, micrófono en mano, con la profesionalidad del mismo Maño. "¡Vamos que nos vamos! Todavía nos queda la última tablilla...". Isabel Caballero vendía las 500 roscas que se ha metido esta semana entre pecho y espalda, ayudada por otras mujeres del barrio. "¡Mira qué hermosura por 50 céntimos!". Los párrocos, Miguel Angel González y Angel Macho, vendían las últimas papeletas para rifar el borrego. "¡Y van 2.500...!". Todos colaboraban a una con el sudor de los 27 grados de mayo, por la patrona y por las necesidades del nuevo centro pastoral Jesús Obrero.

Aldea Moret, gorra en ristre y mochila al hombro, se fue ayer a la ermita de Santa Lucía para celebrar una romería tradicional donde las haya, cuyo origen se pierde en los siglos. Cinco mil almas se dieron cita en torno a la patrona de la parroquia de San Eugenio, acompañadas por un sin fin de políticos que no quisieron perderse la popular fiesta.

Allí estaban Saponi y los suyos, la socialista Heras y compañía, y Antonio Población, que regaló a los romeros miles de invitaciones para los chiringuitos (se distribuían a mansalva en la entrada del recinto). "Heras las ha cogido, pero Saponi nanai", desvelaban los repartidores.

También se sumaron vecinos de Torremocha, de Torreorgaz, de Malpartida y de otros municipios debido a la fuerte devoción que existe hacia Santa Lucía, protectora de la vista. La ermita fue levantada en el XVI y pasó a depender de la parroquia de San Eugenio a finales del XIX (por entonces ya se celebraba la romería). Hace años el recinto amenazaba ruina "hasta que fue recuperado por los vecinos del barrio, con sus propios medios, durante largo tiempo", explicaron los párrocos. Desde entonces la celebración vive un nuevo auge.

DE TODO UN POCO

El ambiente de ayer era excepcional: cientos de personas en la misa y la procesión, tómbola de regalos a beneficio del centro pastoral con 500 artículos donados por los vecinos (te podía tocar desde un peluche hasta un portarretrato, un neceser o un televisor), puestos típicos de helados, algodones y turrón, numerosas familias saboreando las tortillas sobre la manta, estridentes altavoces por todos lados (éxito de Operación triunfo y las rumbitas romeras), mesa de ofrendas con decenas de artículos regalados (tartas de yema, jamones, embutidos, brazos de gitano...).

Pero Santa Lucía fue un año más, y sobre todo, punto de encuentro de los vecinos del barrio, algo así como el día del orgullo de Aldea Moret , del reencuentro anual, de los chatos con los amigos de toda la vida... Ningún incidente enturbió la fiesta pese a que la Policía Local, según los dirigentes vecinales, no atendió sus requerimientos. Tampoco hizo falta.