Eloy Remedios y María José Jiménez no quieren ni pensar en cuando tengan a su hijo en noviembre y deban cargar con el cochecito. Y es que el tránsito por la ciudad monumental en la que viven se hace cada vez más difícil. La coincidencia en el tiempo de varias obras en la parte antigua y su entorno ha complicado la existencia a los residentes de esta zona, que sufren desde hace meses graves problemas de acceso a sus propias viviendas.

La familia Remedios-Jiménez, harta de soportar "innumerables dificultades y problemas", ha decidido enviar un escrito de queja al ayuntamiento. "Tras llevar un año en la ciudad monumental, hemos llegado a la conclusión de que el ayuntamiento de esta ciudad no tiene en cuenta las necesidades ni mucho menos los derechos de los vecinos que residen aquí o en sus alrededores. Suponemos que intentan mejorar las infraestructuras de la parte antigua, pero sin contar con las personas que la habitan", así empieza el documento.

Inconvenientes

El calvario de esta familia empezó hace un año cuando decidió trasladar su hogar desde la Cruz de los Caídos a la calleja del Moral (la cuesta que accede al barrio judío desde el arco del Cristo). Allí tenían una casa de herencia familiar que necesitaban rehabilitar. La zona era inmejorable, también el jardín de la vivienda, y a pesar de las múltiples exigencias legales que debieron cumplir para hacer habitable la casa, pensaron que merecía la pena. "Sabíamos de los inconvenientes para circular y para tener algunos servicios, como el gas, pero esto cada vez es peor", asegura Eloy Remedios.

La pareja enumera las obras en marcha hoy o que se han venido realizando últimamente en la zona: Caleros, San Roque, Mira al Río, Arco del Cristo, Cuesta del Marqués, Rincón de la Monja, Amargura, Santa Ana o plaza y calle Pereros. "Son tantas que hay días enteros en los que algunos de los ya maltratados residentes no podemos llegar a nuestras casas", denuncian. "En los últimos dos meses --aseguran--, hemos tenido que sortear el corte de numerosas calles sin que se nos avise ni se habiliten vías alternativas".

Citan como ejemplo la obra de instalación de gas en la calle Pereros, que cierra el acceso al barrio judío sin que se les haya comunicado previamente. "Los vecinos no pueden llegar a sus hogares en coche o recibir asistencia médica en ambulancia. Está cortada la plaza de Pereros, la calle Ancha continúa siendo de bajada, la calle San Pablo de subida y no se permite subir por Hernando Pizarro, con lo que es imposible rodear la obra", explican.

Por donde circulan un día, al siguiente tienen una obra que les corta el paso y tienen que activar el GPS que parecen obligados a llevar en la mente. "Llamamos a la policía para que nos digan por dónde tenemos que ir y ellos mismos nos recomiendan meternos por dirección prohibida porque, de otra manera, es imposible", reconocen.

Cuentan otra situación absurda que viven los fines de semana, cuando el acceso desde la plazuela del Duque a la plaza Mayor (calle Gabriel y Galán) queda cerrado al tráfico incluso para los residentes, lo que les obliga a realizar un rodeo de un mínimo de 20 minutos para llegar a su casa. En tres meses será aún peor, cuando tengan que cargar literalmente a pulso por varias calles el cochecito del niño.