Juan Pedro Gómez protagoniza la otra cara de la movida, la que sufre impotente el ruido de los bares de copas. Su calvario comenzó en el mes de julio, cuando el ayuntamiento autorizó la apertura de una pista de verano en La Cañada.

Su casa está situada a escasos metros del local, conocido como Isla Cañada. Antes de la inauguración, este vecino estaba en tratamiento psicológico por problemas nerviosos, pero su estado de salud se ha visto notablemente agravado desde que el local está funcionando. "Los fines de semana me paso hasta las cuatro de la mañana sin pegar ojo, estoy a base de pastillas y con gran intranquilidad".

Cinco denuncias

Este vecino de La Cañada asegura que ha interpuesto en la policía local cinco denuncias en tiempo y forma contra el local, pero que de momento no han surtido efecto. Sostiene que "dado el cariz y gravedad" de los hechos, su caso acabará "inevitablemente en la sede del juzgado de guardia, debido a la incompetencia, dejadez y prepotencia del gobierno municipal".

El afectado ha denunciado dos hechos que, a su juicio, "constituyen, de por sí, sendas infracciones administrativas: las molestias y perjuicios originados por el ruido excesivo proveniente de la música ambiental; y el incumplimiento reiterado de la normativa que regula los horarios de apertura y cierre de espectáculos públicos".

Juan Pedro exige que las denuncias sean tramitadas ante los órganos de la administración competentes. Comenta que en la policía le dicen: " No podemos hacer nada puesto que no disponemos de aparatos para medir el nivel de ruidos, y cuando nos marchamos vuelven a subir el volumen de música ". El vecino se pregunta: "¿Si no disponen de sonómetros, por qué no trasladan las denuncias a la administración autonómica, que dispone de esos medios?".