Esta semana se ha celebrado en Cáceres el congreso Los cacereños que vinieron de lejos , organizado por el 2016 y que ha puesto en valor a los cameranos, vecinos de la sierra riojana de Cameros que se establecieron en la ciudad en el siglo XVIII, transhumantes que la situaron en el mercado europeo de la lana y que hicieron florecer el comercio en la capital.

El congreso ha lanzado un mensaje claro: Cáceres no solo la levantan los oriundos sino que los forasteros también ponen su grano de arena y contribuyen a su progreso y modernización. Así que nadie mejor que la reina del Herismo , nuestra alcaldesa, Carmen Heras, para presidir este congreso. ¿Por qué? Porque en ella siempre prende ese desasosiego que Saponi le creó cuando le recordó que era zamorana, que él era catovi (dícese de los cacereños de toda la vida) y que era difícil que una zamorana acabara pisando el despacho oval del ayuntamiento.

Por eso, rauda y veloz, nuestra alcaldesa organizó este cotarro, se erigió en la Isabel la Católica de los cameranos y eclipsó al catovismo. Aunque solo por unos segundos porque, al final, en el congreso se habló hasta de la callejina , vamos, que aquello fue catovi, pero catovi.

Eso sí, el catovismo no estuvo a la altura. ¡Mira que olvidarse de avisar a Saponi, su máximo exponente, para que lo representara!. Menos mal que allí estaba la musa del peperío , Elena Nevado, que acudió acompañada de otro catovi, Luis Fernando Gallego. Pero aún hay más. Elena, en plan Mata Hari, también se llevó a un camerano, Pepe Diego.

Todos prometieron que si ganan las próximas elecciones habrá congreso del catovismo. Así que con la musa, los catovis están a buen recaudo, porque la musa, si para que los cimientos catovistas no se tambaleen no puede ser Isabel la Católica, ya será Juana de Arco, y santas pascuas.

Hablando de cameranos: Antonio Alvarez Rivera nació en Castañera, un pueblo de Asturias. En los años 20 había llegado a Cáceres procedente de Madrid donde primero trabajó fregando vasos en un bar de la calle Atocha y luego acabó de jefe de partida en el Palace, hasta que le ofrecieron venirse al hotel Nieto, que estaba donde está el Iberia. Cuando conoció a Ignacia Rodríguez y se casaron, montó una casa de huéspedes en General Ezponda a la que llamó Casa Alvarez, que estaba donde las Damas Apostólicas.

Antonio era ya un hostelero de prestigio y a finales de 1920, el empresario Federico Serradell le ofrece dos terrenos para levantar un hotel, uno entre La Chicuela y Hacienda y otro en la calle Moret. A Antonio le pareció que La Chicuela estaba entonces a las afueras de Cáceres, y optó por el segundo.

Y así nacería el Hotel Alvarez, inaugurado el 18 de mayo de 1936, poco antes de estallar la guerra. Alvarez negoció con Serradell que le pagaría de alquiler mensual lo que costara la obra: 4.000 pesetas, que entonces era un dineral. En aquella época solo existían el Hotel Europa, de los Jurado, y el Hostal Nacional, bueno, y el Jamec, que lo llevaban los hijos de don Eugenio Alonso. Tras el cierre del Europa, el Alvarez se convertiría en el hotel de Cáceres.

Y es que el Alvarez (hoy Alfonso IX) daba a dos calles: Moret y Parras; fue el primer hotel con ascensor y montacargas, que instaló Jacobo Schneider, quien estableció su firma en Madrid en 1919. El ascensor iba al aire y era de madera de caoba. Pero lo bueno es que abrías los grifos y ¡salía agua caliente!, y que todas las habitaciones tenían teléfono porque pusieron una centralita marca Standard que, por cierto, fue usada en la contienda civil.

Pero además, el Alvarez tenía un libro de firmas repujado en cuero obra del pintor Eulogio Blasco con una reproducción del Arco de la Estrella. En aquel libro firmaron huéspedes muy conocidos: Queipo de Llano, Millán Astray, Pilar Primo de Rivera (que se alojó allí en 1938 cuando vino a inaugurar la Cruz de los Caídos), Pepe Rubio, Mariano Ozores, y muchos toreros que iban al Alvarez antes de que José Acha Asensio abriera el Hotel Extremadura.

Lola Flores era asidua al Alvarez. La Faraona llegaba siempre cargada de maletas y es famosa la anécdota de un botones, al que se le encargó que llevara la cena a la artista al Gran Teatro durante el entreacto de uno de sus espectáculos. Ni corto ni perezoso, el botones se plantó en mitad del escenario y en plena representación dijo: "Vengo del hotel Alvarez, traigo la cena de Lola Flores" . La risotada fue mayúscula.

Antonio tuvo tres hijos: Francisca (que se convirtió en la madre Guadalupe de la residencia Cristo Rey), Purificación, que se casó con un diplomático italiano y vive en Roma, y Antonio Alvarez Rodríguez, que supliría a su padre al frente del negocio.

Antonio Alvarez Rodríguez fue al Cristo Rey de la calle Manga con la madre Fernanda. Hizo Reválida y Derecho libre en una academia que montó el fiscal Antonio Pérez García Margallo, donde estaba la OJE y ahora está el Agora.

Antonio se haría cargo del Alvarez hasta que en 1973 hizo en la carretera de Salamanca el Complejo Alvarez, antes un erial y ahora un vergel. Se inauguró el 1 de agosto de ese año aunque abrió antes, a propósito de la boda de Eloy Sánchez, el de la Banca Sánchez, y Mariquilla Chamorro.

Por el complejo han pasado Felipe Gónzalez, Garzón, Martes y Trece, Perales, Dúo Dinámico y hasta la Pantoja.

Antonio se casó con Elena, enfermera malagueña que llegó a Cáceres cuando se inauguró la residencia. Se conocieron en un baile de verano en la Huerta del Conde. Tuvieron dos hijos: Isabel y Antonio Alvarez Martín, que ahora gestiona el complejo.

La Cacharrería

Hace 30 años el mexicano Richardson (que luego haría el famoso Motel Richardson) montó un bar en la Casa de Aldana (siglo XIV) que se puso de moda porque se inventó los primeros licores de bellota. Ahora Juan Miguel, Alberto, Jose, Iván y David han abierto allí el restaurante-tapería La Cacharrería.

La inauguración fue el sarao de la semana. Cantó, acompañada a la guitarra por Aurelio Gallardo, Pilar Boyero, peinada por Mariscal. Hubo exposición de cuadros, (La sagrada cena ), con obras de Sotomayor, Emilio González, Felipe Pulido, Ana Gallego y David Floriano.

Marichy Trancón hizo hasta una colección de tocados, que lució junto a Elia Arroyo, Alicia Rodríguez Laso, Ana Barruecos, Elia Muñoz, María López (de El Capricho), María Jarillo (del estanco de Pintores) y Virginia Rubio.

En La Cacharrería hay obras de Cecilio Pla, una litografía firmada por Picasso y cerámica de La Cartuja y Macau. Estaban Emilia Guijarro, Pache, Pedro Mango, Carmen Gómez COPE, Luis Casero y Rosa, José Ramón Valdivia, Isabel Zaballos, Andrés González y Begoña Iñigo, el escultor Roberto Iglesias, Antonio Peregrín...

La ciudad da su último adiós a José Señas, dueño de la Peluquería Pasarela, y en Cañadul Menchu Foj y Fernando Vidal exponen fotos en Espacio vectorial . Mientras, en El Corral suena Find Emma. Acuden María José Muriel, Jorge Villar, Dunia, Paco Martín... ah, y ¡Francis Acedo!, ahora a caballo entre Italia y Portugal, aunque su familia vive por aquí desde el 23 de abril de 1229. Lo dicho, Cáceres trata de ser camerana, pero siempre acaba siendo catovi.