Pertenezco como presidente a la plataforma ´El campamento no se cierra´, de la que formaron parte una veintena de colectivos, que se creó en el 2001 para presionar a las instituciones para que el Cimov se quedase abierto. Nuestro objetivo era conseguir que uno de los motores de desarrollo y dinamización económico de la ciudad continuara siéndolo.

En la prensa se valoró en unos ingresos superiores a 9 millones de euros anuales, según un estudio de la Federación Empresarial Cacereña, la cantidad de dinero que aportaba a sectores como la hostelería, el comercio o la alimentación, a través de los miles de reclutas que pasaban cada año. Recuerdo en aquellos momentos que la lucha por conseguir su permanencia no fue nada fácil y que los más motivados nos agrupamos en una plataforma para reivindicarlo de manera más formal.

Fue a mediados de febrero del 2006 cuando se anunció la noticia de que el Cimov quedaría abierto no igual que estaba, donde la base empleaba a 250 trabajadores entre personal civil y militar, sino ampliado y convertido en una unidad de regimiento con unos 800 ingenieros. Toda la clase política se alegró y los ciudadanos de Cáceres, también.

Ahora se ha dado una placa desde el Cimov en agradecimiento a la ciudad. Me parece muy apropiado que con ese motivo se recuerde también lo difícil que fue conseguir su permanencia. Es justo recordar de quién fue el último mérito y qué partido tuvo que llegar a Moncloa, el PSOE, para que esta reivindicación se hiciese realidad. No veo nada malo en volver a agradecer al presidente de la Junta que tuvo la amabilidad de invitar al alcalde para visitar al ministro de Defensa, José Bono, en sus gestiones para asegurar su permanencia. Es de bien nacidos ser agradecidos y eso es lo que hizo la portavoz socialista, Carmen Heras, el día de la entrega de la placa.