El administrador único de Prinsa, Raúl Salgado, manifestó ayer su confianza en que el proyecto que la empresa cacereña ha desarrollado para abrir una pista de verano en los terrenos de la antigua piscina de La Cañada salga adelante. Salgado dijo que el ayuntamiento ya le ha requerido documentación sobre el seguro de responsabilidad civil y el boletín de la instalación eléctrica y que ambos documentos serán remitidos de forma inminente al consistorio cacereño.

Aseguró que los informes de las pruebas de sonido realizadas la semana pasada por una empresa también son favorables, y que ya está elaborado el dossier donde se contemplan los accesos y aparcamientos del recinto.

Salgado comentó que su proyecto no será una discoteca "para recoger alcohólicos" sino una pista de verano en la que entrará público de 30 a 50 años y en la que se cobrará una entrada de 6 a 9 euros. Añadió que tendrá microclimas iguales que los de la Expo de Sevilla, que ya se han encargado, y dijo que será un lugar idóneo "para poder tomar una copa al aire libre".

Insistió en que ha redactado una carta en la que muestra su compromiso con los vecinos de que si la pista de verano provoca "molestias fundamentadas", se cerrará de forma inmediata. No obstante dijo que a cambio se precisa el respaldo del vecindario a la iniciativa empresarial.

PISTA, NO Sin embargo, el apoyo que primero se prestó desde la directiva de La Cañada ha dado marcha atrás. En un comunicado, su presidente, Juan Morán, dice: "Nos negamos rotundamente a que se nos monte una pista de verano con la máscara de centro de ocio. A las pruebas me remito, se están haciendo las pruebas de sonido antes de poner las famosas pantallas antirruido, que si son las que hay montadas en la actualidad, de brezo, me muero de risa. Ahora me entero de que el brezo aísla el sonido". Y sentencia: "Entendemos que no hay seriedad".

Morán cree que "el efecto inducido que producirá la pista será de auténticos botellones y macrofiestas". Subraya que "nos traerá toneladas de suciedad en los aledaños de nuestras viviendas con el consiguiente ruido, peleas, etcétera. No viviríamos tranquilos en nuestra urbanización puesto que también se nos llenaría de coches con la música a todo volumen a altas horas".

Duda de que la distancia de la pista a las casas sea de 150 metros y recuerda que hay una cañada real "que el señor Salgado decía que iba a cerrar para que no entraran coches; como él sabe no lo permite la ley". Culmina: "No hagamos de La Cañada un Bronx" y confía en que el consistorio no dé la licencia.