La rotura de una tubería el pasado mes de abril en Obispo Galarza acabó teniendo nefastas consecuencias para el bar restaurante Quereles, en la plaza de la Concepción, que terminó inundándose, lo que obligó a su dueño, Ignacio Galán, a tener que cerrar durante ocho días en plena celebración del festival Womad. Las pérdidas para su negocio fueron cuantiosas, primero en mobiliario, paredes, puertas o electrodomésticos, a lo que se unió la falta de ingresos de los clientes porque el establecimiento permaneció cerrado hasta que no se procedió a efectuar las reparaciones.

Al ser la empresa concesionaria de agua, Canal de Isabel II, la encargada de solucionar la avería, en un primer análisis que realizó el perito de la empresa, se cifró en 4.800 euros la indemnización que debía percibir Galán, pero solo por el lucro cesante, por el dinero perdido en la facturación procedente de la clientela. Galán, aun no estando conforme aceptó la propuesta, pero la indignación creció ayer cuando la empresa le rebajó a 3.400 euros el coste de la ‘broma’. Y es que el empresario tuvo que pagar las nóminas de los empleados, solo el motor del lavaplatos le costó 400 euros y el pladur, 500, a lo que hay que sumar decenas de facturas y el crédito que se vio obligado a pedirle al banco. Galán se plantea acudir ahora a la justicia para reclamar lo que considera suyo y zanja con esta frase: «Canal me está tomando el pelo».