El paseo de Cánovas se convirtió ayer en un gran expositor de artesanías, ropas y otros muchos objetos que reflejan la multiculturalidad que inunda el Womad. Decenas de vendedores desafiaron a la lluvia y armaron sus puestos, como todos los años, en la avenida de España. "Si cae agua, pues a poner plásticos por un tubo y a seguir abiertos", garantizaba David Barragán, gaditano que prueba por primera vez en el Womad. Su novia, Beatriz Montero, también de Cádiz, lleva ya varios años vendiendo en el festival cacereño. "Aquí se respira un gran ambiente. Es un festival en el que puedes venir a echar el día con los niños", dice.

Yasín y Alba son de Cáceres y esta es su séptima edición en los puestos del Womad. "Económicamente, el festival no está nada mal", afirman. Lleva más tiempo viniendo la colombiana Juana Osorio, que procede de Granada y que cumple 13 años de festival. "Si llueve se nota mucho", lamenta. Y también expresa una queja. "El ayuntamiento se preocupa muy poco por organizar esto. Es difícil comunicarte con ellos porque no te cogen el teléfono", insiste. Con todo, los puestos permanecerán abiertos hasta el mediodía del domingo.