Hola Carlos: venía de despedirte y algo me ha llevado a la calle Cornudilla. Sobre el alféizar de una ventana he visto a una gata. No te esperaba. Miraba hacia arriba y te buscaba en el cielo. Quizás esta noche, cuando las luces no impidan la visión del firmamento, vea una nueva estrella, muy brillante y divertida. Las flores no están mustias. Lucen esplendorosas, como a ti te gustan. Y eso que estamos en otoño. Pero la torre si que ha cambiado. Me parece que se ha estirado para colocarse cerca de ti. Otro día subiré a ella para charlar un rato contigo, como hacíamos durante los paseos.

En EL PERIODICO habrá siempre un hueco, pues nadie sabrá decirle a nuestros ediles que deben arreglar una calle, poner un parque, adecentar un edificio con la elegancia, sin acritud, con que tú lo decías. Pero como nos has enseñado a querer a Cáceres lo haremos a nuestro modo, para que desde ese lugar de privilegio en el que estás contemples la ciudad que tú querías ver y por la que tanto has hecho. También has dejado un hueco en la comisión de la capitalidad cultural, pues tú deberías estar en ella. Echa una mano. ¿Qué tal se disfruta del baloncesto desde un lugar tan alto? ¡Oye, que van dos de tres! Supongo que ya no necesitarás ir en procesión tras la Virgen de la Montaña. Ahora estarás a su lado. En tu partido te echan de menos hasta quienes estaban en otra corriente. ¿Cómo se puede ser conciliador sin ser un papanatas?

Te seguiré viendo en nuestras calles, en nuestros parques, en nuestros deportes, en los actos culturales, en las procesiones. En todas aquellas cosas que tú amaste y nos enseñaste a amar. Te seguiré viendo porque lo bueno no muere nunca. Y tú eres un hombre bueno. Envíanos una foto de ese lugar.

Un abrazo.

*Profesor.