Querido José Diego:

Créeme si te digo que te entiendo y que comprendo el vivir sin vivir que puedes estar pasando en estos momentos. Tú y tu talante de hombre de luces en un ambiente que no se encuentra precisamente iluminado. Tu cara el día de la presentación del fallo del jurado del Premio de Poesía Cáceres, Patrimonio de la Humanidad lo decía todo. Era, en sintonía con el evento, todo un poema. Las caras perdonavidas de tus compañeros del PP en el ayuntamiento también. No hay nada peor para quien tiene criterio, conocimiento, formación y, sobre todo, un sitio donde volver que soportar las lecciones que pretenden darnos los que no tienen ninguna de las cosas antes mencionadas, pero que van sobrados en algo que algunos despreciamos: ambición política y necesidad de mantenerse cueste lo que cueste y sin escrúpulos.

Viene todo esto a cuento de los últimos acontecimientos en relación con la medalla de la ciudad y el despiste que se te achaca desde tus propias filas, lo que me parece absolutamente desleal y sucio. Una vez más te han mandado callar, para que los voceros de tu grupo lancen sapos, culebras y carroña a todo lo que se mueva. Tendrás que reconocer conmigo que con esto te hacen un favor y que, además, ellos son verdaderos expertos en la materia. Seamos justos: a cada cual lo suyo. Pero querido y admirado José Diego, ¿pa qué te metes? , para qué te metes ahora con la Sanidad. Que no José Diego, que lo que te querían decir con que debías rehabilitarte , era ante la opinión pública simplemente. Sin embargo, conociéndote como creo conocerte, debe tratarse de un mensaje secreto por tu parte. Algo así como que necesitas un tiempo de convalecencia intenso, pues las patas de los caballos a los que te han tirado tus compañeros te han dejado maltrecho. Solamente me queda desearte una pronta recuperación y que tus heridas sanen pronto.