El obispado de Coria-Cáceres ha sabido dar utilidad al palacio de Galarza, un histórico edificio de la calle General Ezponda, levantado en el siglo XVI, y que ayer fue bendecido e inaugurado tras las obras de remodelación que se han efectuado en su interior. El edificio fue adquirido por la diócesis hace unos años y hoy alberga las vicarías de Pastoral y de clero, delegaciones episcopales, diversas sedes de movimientos apostólicos y asociaciones, además de Cáritas, Acción Católica, Proyecto Hombre, Manos Unidas y los estudios centrales de Vía Norba Televisión.

Alrededor de un centenar de representantes de estos colectivos se dieron cita en el acto: Severiano Rosado, vicario de Asuntos Económicos; Felipe Fernández Peña, delegado episcopal de Hermandades y Cofradías de Coria-Cáceres; Francisco Jarillo, director de Vía Norba Televisión; Florencio Bañeza, director de Cope-Cáceres, o el sacerdote José Luis Caldera, entre otros.

Juan Manuel Cuadrado Ceballos, coordinador de la Actividad Pastoral, bendijo la casa, en representación del obispo de Coria-Cáceres, que excusó su presencia por encontrarse en las exquias del que fue obispo de Plasencia, Santiago Martínez Acebes, ya que Benavente había sido vicario general de aquella diócesis durante su pontificado. Cuadrado recordó que el palacio episcopal de Santa María se había quedado pequeño para la veintena de delegaciones episcopales y movimientos apostólicos de la diócesis, "que necesitaban estar juntos".

Los orígenes del palacio hay que buscarlos en el obispo Pedro García de Galarza, considerado el gran mecenas del renacimiento cacereño. Curiosamente, en 1582, según recrea el historiador Francisco Acedo, Felipe II confió al prelado un hijo de Antonio de Portugal, su mayor opositor al trono portugués, para que se encargara de criarlo sin explicarle a nadie su nombre ni procediencia y vetar el derecho al reino del joven príncipe. A raiz de esta y otras leyendas al palacio se le conoce popularmente como la Casa de los Trucos.

Años después, los descendientes del obispo, condes de la Oliva del Gaitán, vendieron el edificio, que fue teniendo diversos usos: sede de la cristalería La Veneciana, casa de vecinos y colegio de EGB de las Damas Apostólicas, hasta que el obispado lo compró y lo remodeló para su uso actual. El palacio, de estilo plateresco, cuenta con tres plantas repartidas en 200 metros cuadrados.