Cada día, 300 agentes inmobiliarios recorren las calles de la ciudad feliz captando pisos para vender. Desde hace un mes, tienen una competidora apabullante: Leonor Martínez-Pereda, consejera de Fomento. Para los amigos, Loncha, la chica de la inmobiliaria .

Su foto sosteniendo los planos, en pose glamurosa, ante los terrenos donde la Junta levantará 4.000 pisos baratos ha destrozado el mercado. Hasta su aparición estelar, por menos de 20 millones no se conseguía nada decente en la ciudad feliz . Pero la chica de la inmobiliaria promete viviendas a diez millones y no se habla de otra cosa.

3.000 familias apuntadas

Hace un mes que la consejera posó con los planos y ya hay 3.000 familias apuntadas a los pisos de 60.000 y 90.000 euros. Sociólogos y urbanistas teorizan sobre la irreversible conversión de la mediterránea ciudad feliz en una urbe escandinava o hanseática, con los barrios en la diáspora y todo el mundo dependiendo del coche. Pero la chica de la inmobiliaria sigue adelante con sus planes y los cacereños responden.

En Cáceres hay 45 inmobiliarias, una por 2.000 habitantes, mientras que en el resto de capitales españolas, la media es de una por 1.000. O sea, que podrían doblarse, pero la foto de Leonor con los planos ha echado el freno.

Leonor Martínez demostró conocer las claves de Cáceres cuando esbozó su teoría de la novelería. "No sé qué porcentaje del aumento espectacular de la circulación en la ronda Norte se debe a la novelería de los primeros días", declaró a la prensa tras inaugurar la nueva circunvalación y dio en el clavo: al cacereño le priva la novelería, la novedad, el chisme, la especulación sobre cómo será la ciudad feliz pasado mañana.

Cuando las familias cacereñas se reúnen a comer, los comentarios favoritos versan sobre tiendas nuevas, restaurantes a punto de inaugurarse y, sobre todo, promociones urbanísticas inminentes.

Para explicar este frenesí constructor es muy útil analizar el último Anuario de La Caixa. Alguien que pase por Cánovas al mediodía pensará que está en una ciudad de jubilados, pero las estadísticas lo desmienten: cuatro de cada diez cacereños tienen menos de 30 años y ya se sabe que un joven es potencial comprador de pisos.

Además, por cada cacereño que se va, llegan dos forasteros que, naturalmente, necesitan un piso. Otros datos, no recogidos por el Anuario , son las inversiones del mundo rural en la ciudad feliz o la costumbre cada vez más extendida de trabajar en Mérida, Alburquerque o Coria y vivir en Cáceres.

Con este panorama, no es de extrañar que la chica de la inmobiliaria esté teniendo tanto éxito: su pose espectacular con los planos de las viviendas ha calado en la ciudad feliz . Es pura novelería.