Mañana lluviosa, tarde de toros o, en este caso, de procesión. La fiesta de San Blas empezó ayer pasada por agua, aunque eso no evitó que cientos de escolares, sobre todo de los colegios Extremadura y Delicias, visitaran la ermita por la mañana --la parroquia regaló unas 1.200 roscas de anís-- y que los otorrinos celebraran la tradicional misa en honor de su patrón. Para la ocasión, el templo lucía su recién restaurado retablo del siglo XVIII, cuya reparación están sufragando todos los feligreses.

Ya por la tarde, un cielo raso invitó a decenas de cacereños a bajar hasta San Blas. El obispo Ciriaco Benavente, junto a los párrocos de La Mejostilla, San Blas y Aldea Moret, ofició una misa en la que lamentó profundamente los "momentos difíciles" por los que pasa el cristianismo actualmente y que las nuevas generaciones sólo vean en la Iglesia "cuatro tópicos".

En su opinión, y así lo manifestó en el pequeño templo repleto, "hoy no es políticamente correcto ser cristiano, no está de moda y a veces incluso está mal visto", pero recordó que en los frentes "más duros" siempre hay una comunidad religiosa. Por eso, invitó a los cacereños a expresar su fe "sin complejos" porque la sociedad, dijo, "lo necesita". "Estamos entrando en una espiral grave y podemos acabar haciendo cualquier cosa".

Tras la homilía, la procesión por el entorno de la parroquia y la venta de las primeras roscas de anís, sólo un centenar de las 4.000 previstas porque el resto se reservan para hoy sábado, día al que se ha trasladado la tradicional romería. Esta se iniciará a las doce de la mañana con una chuletada que ofrece la asociación de vecinos a todos los romeros. La romería cierra hoy los actos en honor del santo protector de las gargantas que fuera obispo de Sebaste (Armenia) y decapitado en el 316.