La lluvia y el frío restaron ayer afluencia de público a una de las fiestas con más arraigo en la ciudad, San Blas. No obstante, a pesar del mal tiempo, cientos de cacereños cumplieron con la tradición: visitar al santo y comprar las típicas roscas de anís y el cordón. Tampoco faltaron los romeros ataviados con el traje regional y el folclore extremeño con El Redoble.

"Esta es una de las romerías más típicas, tradicionales y de más largo alcance en el tiempo de todas las que existen y se mantienen en la ciudad (...) hasta el extremo de que cuando amanece un día frío o desapacible la gente se siente poco incómoda, aunque si hubiera sol los cierto es que estaría lleno de visitantes", comentó el alcalde, José María Saponi, minutos después de descubrir la placa de metacrilato con información sobre la parroquia que se ha colocado en la fachada del templo.

Saponi también recordó que San Blas fue en tiempo "de las fiestas oficiales de la ciudad" y que hoy es "de las de tradición". A este respecto, mostró su deseo de que volviera a ser fiesta local, aunque puntualizó que este cambio tiene que ser estudiado. "A mi no me importaría trabajar en el sentido de que se pudieran compaginar los derechos y obligaciones de la gente y convertirlo en un día completo de vacación, no solo para escolares y estudiantes, sino para el mundo del trabajo y la empresa", añadió el alcalde, quien estuvo acompañado por los concejales Joaquín Rumbo, Lázaro García, Santos Parra y José María Floriano.

DESCRIPCION DE LA ERMITA La placa descubierta por Saponi --se ha instalado otra de menor tamaño junto al retablo-- es similar a la de los edificios del casco histórico y recoge la siguiente inscripción: Ermita de San Blas. Se levantó en extramuros en el ejido de la Villa fuera del segundo recinto amurallado. Por sus inmediaciones corría el arroyo de Aguas Vivas. Se desconoce la fecha de su construcción. hay datos de que entre 1547 y 1560 se hicieron arreglos en la misma .

Antonio Pariente, párroco de San Blas, también lamentó el mal tiempo. Pese a ello, señaló que la afluencia de público era suficiente para acabar con las 5.000 roscas de anís preparadas, a 80 céntimos --el viernes se vendieron 1.300--. Añadió que lo importante de la fiesta es "mantener la tradición y hacer que sirva para unirnos".

Pariente agradeció la colaboración de los voluntarios que se "desviven" para que todo esté a punto. Ellos, según el párroco, son los que más sienten que el tiempo no acompañe. "Estamos un poco tristes, aunque la venta de roscas por la mañana ha ido muy bien", comentó Natividad Jiménez, una colaboradoras.

Tampoco la venta de los cordones de San Blas (unos 6.000) que, según la tradición protegen la garganta, se resintió. Posiblemente, muchos visitantes se animaron a llevarse uno para prevenir las posibles consecuencias del frío. "Hay quien se lo pone nueve días y después lo queman. Otros, como yo, lo tenemos todo el año y lo quemamos por San Blas. No se pueden tirar porque están bendecidos", explicó Marijusti Iglesias.

El grupo El Redoble también hizo frente al frío y se subió al escenario instalado junto a la ermita. Aunque hubo que tapar los altavoces con plásticos para

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