La transformación de la vía del ferrocarril en un cinturón verde o bulevar con un paseo central es una de las principales aportaciones del plan general municipal en un intento de integrar el barrio de Aldea Moret en el resto de la ciudad, aunque su realización va a depender del trazado definitivo de la red de alta velocidad. A pesar de que a priori se trata de una de las previsiones que más consenso y respaldo puede tener por su objetivo social, también será contestada en las alegaciones al plan, no por su finalidad ni por el traslado de la estación, sino por su diseño.

La plataforma ciudadana de Aldea Moret y otros colectivos ya han adelantado su rechazo a un bulevar que se plantea como un eje norte-sur y que a partir de La Cañada pierde su paseo central y se transforma en una vía de circulación, y que se cuestiona por entender que en vez de integrar volvería a encerrar al barrio creando una bolsa de viviendas separadas del resto.

Los límites del espacio en cuestión son el puente de Aldea Moret, al norte, la avenida de la Constitución, al oeste, la carretera de Mérida, al este, y la Cañada, al sur. Una actuación con un ámbito de 30 hectáreas, ocupadas en la zona donde se interviene por naves o instalaciones en desuso, como el solar donde estuvo la Campsa, y que el nuevo plan reordena, transformándolo en un espacio con viviendas y utilidades comerciales.

Frente a un bulevar o eje norte-sur, hay colectivos que defienden incluso su supresión y sustitución por calles transversales, de este a oeste, que unan los dos lados ahora separados por la vía y que después lo estarían por el bulevar. Pero no es la única objeción que se pone al diseño propuesto, también se cuestiona que la franja que está al este y más próxima a la carretera de Mérida quede libre de la reserva del 25% del suelo residencial edificable para pisos protegidos.

Ese porcentaje se transfiere al lado oeste del nuevo bulevar, el que queda situado entre la avenida de la Constitución y la vía del tren y donde casi el 50% de la superficie edificable para fines residenciales se reservará para hacer viviendas protegidas.

La justificación, según se detalla en el plan general municipal, es que en el lado más cercano a la carretera de Mérida tendrá que asumirse por parte de los propietarios que afronten la ordenación de este enclave un mayor coste para indemnizar a los dueños de empresas existentes que no se adapten a la nueva configuración con utilidades más comerciales.

La Ribera del Marco

El ámbito de esta franja es de 17 hectáreas, a las que se asignan 100.000 metros cuadrados edificables (unas 800 viviendas) y 56.330 para fines comerciales y terciarios (esa edificabilidad es dos veces la que tiene la parcela comercial del Nuevo Cáceres que está próxima).

El lado que linda con la avenida de la Constitución tiene un ámbito menor, algo más de 13 hectáreas, y casi la totalidad de la utilidad lucrativa del suelo se destina a residencial, con 83.000 metros cuadrados para viviendas de renta libre (algo menos de 700 pisos) y otros 72.800 de vivienda protegida (poco más de 600 pisos).

La previsión del nuevo plan es que el ayuntamiento consiga de ambos lados 16 hectáreas para dotaciones públicas, de las que siete serán de la nueva red viaria con el bulevar como principal eje de comunicación.

A estas franjas de terreno a ambos lados de la vía se adscriben suelos de la Ribera que el consistorio prevé obtener para destinarlos a equipamiento público (zona verde). Es una solución repetida en otras zonas que el nuevo plan reordena, ya sea suelo urbano que se consolida o urbanizable, para evitar la expropiación. Los propietarios de esos suelos de la Ribera ponen sus terrenos, que van a ser para usos públicos y cedidos al ayuntamiento, y a cambio participan de los beneficios que generen las viviendas y usos comerciales que el plan posibilita a ambos lados.

La adscripción a una zona tan lejana ha sido cuestionada habiendo suelos cercanos, como los bordes en San Marquino, aunque aquí la edificabilidad es menor.