Cáceres ya no es lo que era. Hace unos días estábamos a la espera de que el semáforo situado delante de la desaparecida y añorada ´Casa de la Chicuela´ se pusiera en verde cuando un par de agentes municipales cruzaron la calzada. El mal ejemplo cundió, pues de inmediato una concejala muy, pero que muy ´popular´, siguió sus pasos acompañada de su séquito.

A mí me vino a la memoria un edil del consistorio cacereño de principios de los años 50 del siglo pasado que tenía en tal consideración la educación vial que pretendió que todos los cacereños circularan por la derecha en la calle de San Antón. Así pues, era obligatorio subir por la acera del Gran Teatro y bajar por la del Cañón.

Como en aquellos tiempos obligatorio significaba OBLIGATORIO, un par de guardias municipales, que en el argot adolescente recibían el sobrenombre de ´Bote´ y que años antes, si se dedicaban a la circulación, habían estrenado uniforme con correajes, guantes y gorro metálico blanco, lo que condujo al personal a asegurar que una cigüeña había cagado sobre su tradicional traje azul, se encargaban de multar a los infractores, creo que con cinco pesetas de las de entonces.

¿Por qué en San Antón y no en el resto de la ciudad? Pues fue un misterio en aquellos momentos y lo sigue siendo ahora para mí. Acaso fuera para evitar los accidentes que pudieran ocasionar los cuatro autos que circulaban en una hora por aquella calle. La cosa es que se pusieron multas y el personal circuló como se prescribía mientras el concejal y su obsesión duraron en la corporación, que no debió ser mucho tiempo, ni creó tradición, como se puede comprobar.