He ido más veces al médico en los últimos dos meses que en toda mi vida anterior. Vaya por delante que tener una sanidad universal, pública y tan profesional es un logro social del que debemos sentirnos muy orgullosos, entre otras cosas porque, como es bien sabido, no ocurre igual en todos los sitios. Tengo la impresión de que un servicio tan elemental, tan básico, que trata de la única propiedad que en verdad poseemos, la vida, debería ser la primera prioridad de los gobiernos, por encima de hipotéticos muros, misiles mal-dirigidos, salidas y entradas del euro y gilipolleces varias. Resulta paradójico, quizá sorprendente, que sociedades con una larguísima tradición democrática, modelos para otros países, no hayan sido capaces de resolver este asunto, en lo que supone una clara perversión del modelo público-privado de los servicios básicos. Pues bien, nosotros lo tenemos resuelto; ¡saquemos pecho! Y con notable éxito. Algo tendrá que ver, pienso yo, el rigor en la formación de los profesionales con pruebas rigurosas, competencia felina y formación constante - ¿para cuándo ese mismo planteamiento en la educación?- En todo caso, y a pesar de los problemas presupuestarios, cuando uno llega a cierta a edad y empieza a frecuentar consultorios deduce rápidamente que, salvo excepciones, el asunto funciona. Así que, entre articulaciones que se van degradando, ojos que se secan y dolores inexplicables, nos vamos familiarizando con lugares que, si no hay un milagro de por medio, visitaremos frecuentemente en los próximos tiempos. No sé qué pensará usted, pero yo creo que da cierta tranquilidad saber que, cuando llegue el momento, estaremos en buenas manos y que una parte de nuestros impuestos ha cumplido su objetivo. Porque no nos engañemos, solo las sociedades que universalizan el pago de impuestos pueden ofrecer servicios públicos de calidad y, lo que es más importante, pagar sueldos dignos a funcionarios y empleados públicos. ¿Le suena eso de que la clase media es la que vertebra un país? Entonces, -y es un buen principio-, estamos de acuerdo.