Conchi Palomino tiene que planificar muy bien tareas cotidianas como ir a comprar unos zapatos, sacar dinero del cajero e incluso tomarse algo en una cafetería de la ciudad. «Tengo que plantearme a qué zapatería voy a ir y si voy a poder entrar con la silla de ruedas, porque no es normal», denuncia.

El problema es que a pesar de lo que dice la ley, continúa habiendo muchos establecimientos que no están adaptados e incluso en muchas calles, los problemas se acumulan. «Te encuentras con una rampa, que empieza o termina en un escalón, o que tiene varios escalones en medio», continúa y señala más problemas: tramos con pendientes imposibles, con pasos rebajados que no llegan a ras de la calzada sino que tienen un pequeño bordillo... Y no es cuestión de más o menos comodidad, sino de seguridad, porque para muchos de ellos eso supone tener que circular tramos con la silla de ruedas por la calzada, con el riesgo que eso supone.

Por todos esos problemas, ayer unas 150 personas participaron en la quinta edición de la marcha Adaptando Caminos entre la plaza Mayor y la sede de Cocemfe, en la avenida Pierre de Coubertin, en la que fueron señalando todos los puntos negros en accesibilidad que encontraron en el recorrido que realizaron por la ciudad.

En calles tan céntricas como la avenida de España o Antonio Hurtado, se podían ver después las pegatinas de color naranja que utilizaron para señalizar las zonas problemáticas que hallaron a su paso.

La jornada comenzó con la lectura de un manifiesto en la plaza Mayor en el que demandaron a los gobiernos que cumplan con la legislación en materia de accesibilidad.