Las delicias de la cocina cacereña viajaron ayer hasta Oporto, una de las ciudades más importantes de Portugal, después de Lisboa, la capital. Una cena de gala en el hotel Sheraton, uno de los más prestigiosos de la localidad, organizada por la Diputación de Cáceres y elaborada por los cocineros de seis restaurantes y por miembros de la Asociación Extrema-Chef, dirigida por Benjamín Caballero, dejó con buen sabor de boca a los más de 120 comensales asistentes. Había de todo, responsables del turismo portugués, periodistas y personalidades políticas de la ciudad y de la provincia cacereña.

"Es un intento de ganar turismo a través de nuestra gastronomía. Oporto es una ciudad de la que proceden muchos turistas que visitan nuestra región, además de una ciudad empresarial, lo que puede reportar buenas relaciones a nivel económico", explicó el presidente, Juan Andrés Tovar, que recordó que es un reto "difícil" al tratarse esta ciudad "de la cuna de la cocina portuguesa".

En tierras lusas

Se trata de la vigésimo primera edición del Festival Gastronómico de la institución y es la segunda vez que el evento viaja fuera de las fronteras españolas (en 2006 se celebró en Lisboa). Con un presupuesto de 36.000 euros, el más austero de todas las ediciones, la cita gastronómica resultó un éxito. Lo que más gustó, como siempre, los quesos y el jamón, todos Denominación de Origen Protegida. De hecho, el objetivo fundamental fue dar a conocer quesos de la provincia.

Durante 14 años el festival se ha venido celebrando en Cáceres, pero después se quiso dar un giro para darlo a conocer fuera de la región. Madrid, Barcelona, Sevilla, San Sebastián, La Coruña y Lisboa han sido los lugares elegidos por los que ha viajado la cocina de la provincia.

La Asociación Extremeña de Gastronomía se encargó de elaborar los aperitivos: gazpachuelo de poleo de Valdeobispo del Valle del Alagón, fiambre de ternera de Extremadura al pimentón de La Vera, potaje de cuaresma del Convento de Santo Domingo de Plasencia, zorongollo y patatas escabechadas del Valle del Ambroz, raviolis de morcillas de Guadalupe y costrón de cochinillo ibérico de Sierra de San Pedro.

Después llegó el menú, que consistió en una crema de tomates de Miajadas con palomitas de queso Ibores, una ensalada templada de solomillo ibérico escabechado con manzana y moras de La Vera, tartar de criadillas de tierra con frutos de la huerta y perdiz extremeña, láminas de bacalao sobre pisto de calabacín al ali-oli, lomo de cordero de Extremadura relleno de chanfaina y carpaccio de higos de Almoharín con aceite de oliva de Gata-Hurdes. Todo ello acompañado de vinos de la tierra, repostería conventual y licores de la comarca del Jerte.