Jose, de 50 años, ha pasado casi cinco en la cárcel y ya ha logrado un empleo como ayudante de cocina en un restaurante de Cáceres. También lo hizo antes como recluso. Duerme en casa tras haber logrado la libertad condicional la semana pasada y va a trabajar como un ciudadano normal, aunque lleva una pulsera telemática que le mantiene localizado. Se le nota contento. El es uno de los 14 internos del Centro Penitenciario de Cáceres que han participado en el programa de becas para la población reclusa de la Obra Social la Caixa, clausurado ayer con la entrega de diplomas.

En estos cursos de formación, con un total 420 horas, han aprendido a ser ayudantes de cocina, alternando teoría y práctica en restaurantes. "Lo que más me gusta es preparar carnes y repostería", cuenta Jose, que ya sabe cómo decorar platos. A Santiago, de 30 años, que también ha obtenido el tercer grado, la experiencia le ha servido para sentirse útil. Vive en Miajadas y, aunque no ha encontrado trabajo, no pierde la esperanza. "Me ha gustado, de verdad", añade.

Diplomas para todos

Apoyado por Instituciones Penitenciarias, en el programa han participado internos de segundo y tercer grado, con un régimen de semilibertad. Se trata de una iniciativa a nivel nacional que también se ha realizado en Badajoz, donde otra quincena se han formado para trabajar como cristaleros. La clausura, presidida por la Delegada del Gobierno en Extremadura, Carmen Pereira, se convirtió ayer en un reconocimiento a los becados, que han recibido ayudas para gastos de formación, desplazamiento, manutención y una asignación económica mensual. Pereira les animó y aseguró que el proyecto, además de enseñarles un oficio, ha servido para que recuperen la "autoestima".

Sus tutores en la cárcel también están satisfechos. "Los resultados están siendo muy buenos", destaca el director, Juan Carlos Carrillo, que avanza que el próximo curso estará destinado a formar a presos como instaladores de paneles solares. "La experiencia ha sido positiva para los partes", remarca.

Como ejemplo, los internos que acudían a clase preparaban un menú del día, que también tenían que consumir ellos a la hora de comer. Pedro Carcaboso, del Centro de Formación Pintores, bromea: "Dicen que han comido muy bien". Al término de la entrega de diplomas, un portavoz de los presos agradeció la confianza y la ayuda que han recibido. Ahora les queda el paso más difícil: que las empresas les contraten. Jose ya puede trabajar en una cocina sin rejas. Es un ejemplo. El futuro es suyo.