La Semana Santa ya está a la vista, las bandas de música ensayan para los desfiles procesionales y los cofrades han comenzado a desempolvar las túnicas. Como anticipo, todas las cofradías y hermandades de la diócesis de Coria--Cáceres, desde hace veintiséis años, se reúnen en una asamblea multitudinaria; este año, en Montehermoso, el pasado sábado.

Limitar la labor de un cofrade al momento puntual de la o las procesiones en las que participe sería empobrecer enormemente el sentido propio del mismo. Cofrade (cum frater) en latín significa 'hermano-con', o sea, aquel que vive y celebra la fe con otros hermanos. No se entiende, pues, un cofrade sin la referencia a una comunidad.

La Escuela Cofrade que existe en la diócesis, y por la que ya han pasado más de setecientos hermanos, entre otros, tiene el objetivo de concienciar a sus participantes en la necesidad de ser cofrade todo el año y de vivir su ser cofrade en referencia a la comunidad parroquial a la que pertenece. De hecho, la gran mayoría de las cofradías, penitenciales principalmente, surgieron no tanto en torno a una imagen, sino para paliar ciertas necesidades y carencias que se daban en la comunidad durante el año: asistencia a los pobres, enfermos, parados, encarcelados, viudas y huérfanos, etc.

Ese sentido de comunidad y de labor social y caritativa es el que habría que recuperar. Durante la asamblea celebrada en Montehermoso se ha reflexionado sobre la aportación y participación de las cofradías y hermandades en el XIV Sínodo Diocesano que se está celebrando en la diócesis de Coria--Cáceres. Dicho Sínodo puede ser la gran oportunidad de todos los cofrades para encontrar de nuevo su verdadero lugar en las comunidades de pertenencia y para que su estar no sólo sea el pocesionar durante la Semana Santa, por muy de interés turístico que sea.