Las barriadas cacereñas prolongaron la tradición de las cruces de mayo hasta la década de los 70 (Camino Llano, San Francisco...), pero los cambios que se produjeron en aquéllos años acabaron poco a poco con esta antigua celebración religiosa. Sin embargo, las hermandades han decidido revivirla coincidiendo con el auge del movimiento cofrade, y han sacado a la calle hasta cuatro composiciones muy visitadas por los propios cacereños y sobre todo por los miles de turistas que llenan la ciudad estos días.

La más veterana de la nueva etapa es la cruz de mayo de San Juan, realizada por la cofradía de los Ramos desde hace ocho años con su cruz de guía, centros de flores frescas y de cera blanca adquiridos en Sevilla, tapices de terciopelo, un antiguo incensario y grandes candelabros. "Es una auténtica fiesta", declaraba sonriente a mediodía el mayordomo, Manuel Martín Cisneros, mientras en la puerta del templo se sucedían la Banda Municipal y la del Nazareno, y más tarde la del Humilladero, con alegres compases en plena calle (El Redoble animó a más de un turista a echar un baile). "Tenemos que mantener esta costumbre, forma parte de nuestra historia", subrayó Cisneros.

NIÑOS A LA CARGA Mientras, en Santa María se producía una imagen entrañable: las dos cofradías hermanas de la concatedral, Cristo Negro y Las Batallas, fabricaron un pequeño paso de Semana Santa para que los niños pudieran ensayar, costumbre muy arraigada en otras localidades. Los turnos se repitieron durante la mañana, desde pequeños cofrades de 6 años hasta chavales de 12, todos con una seriedad que llamaba la atención.

"Despacito, deja caer la orquilla, no la empujes", aconsejaba un padre a su hijo Sergio, que ya sueña con llevar un día al mismísimo Cristo de las Batallas. A su lado, Jorge, que quiere crecer para cargar al Nazareno, y Jaime, que ensaya a diario en casa con escobas, escaleras y fregonas para llegar a ser un buen cofrade. Al paso no le faltaba un detalle: varales tapizados en granate, andas de madera, faroles improvisados sobre botellas de Coca-Cola perfectamente disimuladas, una Calvario vacío y un sudario. Por haber, incluso había jefe de paso: Eloy Hernández.

Ambas hermandades también instalaron un altar en las puertas de la concatedral cacereña por cuarto año consecutivo, con una cruz de madera de Las Batallas, los distintivos y símbolos de las dos cofradías y grandes jarrones con motivos florales.

Más arriba, en el Palacio del Vizconde de Rodas o Torre de Sande, la cofradía de la Expiración dejaba testimonio de su buen gusto con una exquisita cruz de mayo elaborada con flores silvestres y rodeada de decenas de rosas antiguas con su peculiar aroma, margaritas, gladiolos, antiguos enseres de la tradición extremeña, el estandarte de la hermandad, mantones coloristas, grandes velas y un altar en blanco y azul con motivo del 150 aniversario de la entronización de la Inmaculada. En sólo una hora más de 200 turistas habían pasado por el patio del palacio para contemplar la cruz, que cumple su tercer año.

La Sagrada Cena también instalará hoy su altar de mayo y celebrará la festividad de Santiago el Menor y San Felipe a partir de las 20.00 horas en Santiago.