La escuela tradicional tenía como principal objetivo la educación moral de los alumnos, dando escaso interés a su formación intelectual y humana. Los niños, en el mejor de los casos, asistían a las denominadas "escuelas de primeras letras". Establecimientos en los que se instruían en el conocimiento de las primeras y muchas veces últimas letras que el escolar aprendía a lo largo de su vida.

Las nuevos pensamientos pedagógicos, surgidas en el siglo XIX, tratan que el conocimiento se acomode al servicio de la sociedad, lejos de estrictas disciplinas y virtudes morales del pasado.

Uno de los principales impulsores de la nueva pedagogía en España será Francisco Giner de los Ríos, conocido por ser el creador intelectual de experiencias como la Institución Libre de Enseñanza o la Residencia de Estudiantes, donde se formó una parte importante del armazón intelectual de la Generación del 27.

El nacimiento de las Colonias Escolares, durante la II República, va íntimamente unido al pensamiento de Giner de los Ríos. Estas se idean como una actividad extraescolar que otorgaba una serie de posibilidades educativas para los niños que asistían a las escuelas nacionales, normalmente los de origen humilde.

En Cáceres se crea en 1932 el Patronato de las Colonias Escolares, formado por el Ayuntamiento, la Inspección de Primera Enseñanza y la Inspección de Higiene. Los niños seleccionados pueden pasar gratuitamente un mes completo en la localidad portuguesa de Figueira da Foz donde hacen deporte, reciben baños de mar, se alimentan correctamente, realizan visitas culturales o asisten al cine. Toda una novedad en la vida de niños y niñas que nunca habían tenido acceso a este tipo de formación lúdica.

Las Colonias Escolares cacereñas se suceden hasta 1935, cuando se ejecutan las últimas prácticas de este tipo, que se habían ampliado con estancias en lugares como Tornavacas o El Serrote en Avila. Una experiencia educativa que permitió que cientos de niños y niñas de la ciudad, pudiesen viajar y aprender de una forma distinta a la de la escuela tradicional. Tanto sus nombres, dirección y datos familiares o sanitarios, formaban parte de una ficha personal de cada colono para que, una vez concluida la experiencia, se pudiesen evaluar los avances que el participante había experimentado durante el tiempo de estancia.

Con la llegada del tiempo de guerra, iniciado a partir del verano de 1936, las Colonias Escolares pasan a mejor vida, aunque siempre permanecieron presentes en la memoria de aquellos niños y niñas que se beneficiaron de esta nueva forma de acercar el conocimiento a los más necesitados.