Corren los años 50, la ciudad de Cáceres, como el resto del país, vive inmerso en la dictadura. Teodoro Fondón, Sebastián Olivenza y Jacinto Espadero ejercen como policías locales en una ciudad bien distinta a la actual. "El Cáceres en el que yo fui policía local era maravilloso, las cosas han cambiado mucho y quién sabe, probablemente me hubiera gustado más trabajar en el Cáceres de ahora, pero en el de antes yo fui muy feliz", contó ayer durante la celebración del día de la policía local Teodoro Fondón, un agente de 70 años jubilado desde 1999.

Entró en el cuerpo en el año 1958. Entre los millones de recuerdos que pasaron ayer por su cabeza contó como anécdota que llegó incluso a ir a notificar una multa al Rincón de Ballesteros --cerca de Casas de don Antonio-- pedaleando en bicicleta, "ya lo creo que las cosas han cambiado, y mucho", afirmó entre risas.

Profesión ingrata

"La profesión de policía es muy ingrata", reconoció Fondón, "cuando paras a un señor para darle un consejo por su bien él por detrás te insulta, cuando nosotros lo que hacemos es intentar daños mayores", dijo. "Si yo no ponía multas", sonríe, "recuerdo que me llamaba el jefe porque no ponía sanciones, pero es que yo no quería sancionar, sino corregir, porque en realidad nuestro trabajo también es formación". Pero a pesar de todo "me pasaba cantando mis ocho horas de servicio, porque me gustaba mi trabajo".

Como Fondón, Sebastián Olivenza, de 77 años, llegó a cumplir los cuarenta años de servicio, él se jubiló como oficial. "Antes pasábamos muchas penurias porque teníamos pocos medios, hacíamos muchas horas de servicio y descansábamos poco". Y es que Olivenza trabajaba como policía por la noche y por el día en una empresa de transportes "había que sacar dinero de donde fuera", dice.

Jacinto Espadero, con 70 años, entró en el cuerpo en 1968. El conducía la grúa "la gente me odiaba porque nos llevábamos sus coches, han querido hasta matarme", recuerda. Espadero reconoce que las cosas han cambiado mucho, "antes cuando dirigías el tráfico, pasaban cuatro coches en ocho horas de servicio, eso ahora no ocurre", cuenta.

Los tres coinciden en que les hubiera gustado ejercer su profesión en el mundo actual porque "tienen muchos más recursos", y sobretodo porque el cuerpo no cumple tan a raja tabla las jerarquías "antes estaba mucho más militarizado", explica Sebastián Olivenza. "Los mandos ahora son mucho más educados y más respetuosos con los agentes, antes los altos cargos se dedicaban al ordeno y mando y los demás debíamos obedecer", recuerda Espadero.

En cambio, ninguno de los tres se siente arrepentido por haber ejercido como policía local en esta ciudad, de hecho, "seguimos viniendo a esta fiesta porque seguimos sintiéndonos vinculados como cuando estábamos en activo".