En una cena con empresarios Ibarra se dirigió a Saponi con un compromiso y dos obviedades innecesarias con un mensaje subliminal. El compromiso, que no por esperado y repetido deja de ser transcendental, de que la Junta apoya a Cáceres a ser capital cultural. Porque sin ese apoyo la empresa sería vana y ante quienes decidan entre las candidatas pesará mucho saber que la máxima autoridad regional y su gobierno apuestan decididamente por el asunto. Ahora hace falta que se concrete cuanto antes mejor.

La primera obviedad fue invitar a Saponi a gobernar sin dejarse gobernar por otros. No parece que sea necesario recordar que quien tiene el deber y el derecho de gobernar es quien ha sido elegido por los ciudadanos y sobre él recae la responsabilidad, que debemos suponer ejerce con sensatez. Pero si es un aviso para que no se deje presionar, bien pudiera haberle advertido de las consecuencias que tiene no escuchar a los ciudadanos. Pues algunos están en las catacumbas políticas por no saber hacerlo.

La segunda obviedad es advertirle de que no se deben dejar guiar por caprichos ajenos. Pero los caprichos no son exclusivos de los ciudadanos. Algunas decisiones de los políticos parecen caprichosas. ¿Quién tiene la bula para decidir lo que es capricho?. Los datos. Por si no se ha enterado, construir la autovía Badajoz-Cáceres basándose en la actual densidad de tráfico sería un capricho pero hacerla si contribuye a la creación de riqueza en ambas ciudades sería una responsabilidad. Algo que cualquier extremeño sensato, cacereños y pacenses incluidos, han dado por sentado hace mucho tiempo. Como se ve ya no estamos en el no absoluto.