La Parroquia de Guadalupe, situada en el barrio de Moctezuma, también celebró ayer el Día de la Hispanidad con una fiesta solidaria con América Latina. Esta es la XXI edición de este encuentro que se realiza en esta parroquia que cumple ahora 25 años. Todo lo recaudado estará destinado a la reconstrucción de los daños producidos por el terremoto de Pisco, en Perú.

La jornada comenzó con una misa festiva en la que participó gente de diversa procedencia: feligreses de Perú, Bolivia, Ecuador, Honduras, Brasil, Colombia o de la Republica Dominicana que se mezclaban con los todos los extremeños que se acercaron.

Tras la misa hubo una comida solidaria compuesta de arroz blanco con frijoles negros, huevo frito y verduras. No había ni postre ni pan. Y de bebida, agua. Conchi Amigo, una de las cocineras voluntarias, contó que esta es la comida básica y única que hacen una vez al día muchas familias hispanas. Todos los días, "y el huevo frito es un lujo, allí normalmente no hay". Todos los ingredientes los han comprado en tiendas de comercio justo.

El padre Tino Escribano, que lleva 22 años atendiendo la parroquia de Guadalupe, contó que todos los años recaudan dinero y se lo dan a algún misionero que venga a Extremadura para que se lo lleve, en mano, a cualquier país de suramérica que lo necesite. Este año, como la parroquia San Eugenio de Aldea Moret tiene un proyecto para Perú, se lo van a dar a ellos.

También un grupo de mujeres de la parroquia se reúne todos los miércoles y realizan bordados que luego venden en un mercadillo con el mismo fin.

En los 21 años que se viene desarrollando esta jornada, el párroco Tino Escribano ha visto como ha ido aumentando año a año la comunidad latina, "sobre todo en los diez últimos. Han venido hispanos a una velocidad increible y aquí lo que encuentran es una acogida rápida", comenta, y añade que no quieren "que la parroquia sea solo un lugar de culto, sino un lugar de vida, de experiencia, de familias. Se reunen aquí el segundo domingo de cada mes para charlar o para tomar un café".

Además, afirma Escribano que como la gente ya sabe como funciona la comunidad de Guadalupe, la parroquia sirve como una "bolsa de trabajo" y les llevan ofertas de empleo, "generalmente oficios que los españoles no quieren desempeñar, cuidando ancianos o niños. Nosotros les ponemos en contacto y luego entre ellos se entienden, a nosotros no nos importan si tienen papeles o no, ni cuanto ganan", apunta Escribano, y añade que "siempre se encuentra trabajo".

En la comunidad se sienten satisfechos de ver el progreso, "a veces cuando vienen recogen una colchoneta de los contenedores y es todo lo que tienen. Con el paso del tiempo encuentran trabajo, pagan un alquiler, mandan dinero a su familia e incluso ahorran algo para montar una tiendecita en su país", comenta el padre Escribano.

La característica fundamental de la iglesia es "que somos una comunidad, las rivalidades de los países de origen se difuminan rápido, se sienten una piña y se sienten muy bien con nosotros los españoles".