Ir a ver una película al cine, cenar fuera en un restaurante o permitirse algún que otro capricho material son algunos de los ejemplos de actividades que muchos cacereños se han visto obligados a reducir ante la pérdida de poder adquisitivo, después de la subida que ha experimentado el IPC (1,5%) en mayor porcentaje que los salarios en la provincia (0,95%). «El ocio es lo primero que se reduce», apunta Rocío, que tiene que administrar bien sus ingresos ya que trabaja «poquitas horas». Por ello, cenar en la calle o comprar ropa con la frecuencia que se hacía hace algunos años han sido algunos de los recortes en su vida. «La ropa que compro es toda para mi hija, que a nada de tiempo ya no le vale». Como ella, también José Manuel sufre las consecuencias de la subida del IPC. «Claro que se nota. El pescado está por las nubes; si antes comías tres veces a la semana este producto, ahora pues lo haces una», desvela.

Por su parte, los pensionistas sufrirán especialmente la inflación. María Antonia, jubilada, se congratula de contar con «otros ingresos», ya que «si fuera por la pensión... es ridícula», señala. «La gente se ha cortado mucho a la hora de gastar y eso se ve en los negocios. Si antes se comía ternera ahora se come pollo», apunta, antes de concluir remarcando que «el que la diferencia entre la inflación y la subida de las pensiones sea de un 1,25% es reírse de los pensionistas», concluye.

En la provincia hay actualmente casi 16.000 trabajadores y cerca de 94.000 pensionistas.