En esta entrevista no quiere ni hablar de política ni de sí misma, solo quiere hablar de Juana I de Castilla, la obra que mañana la trae al Gran Teatro de Cáceres y en la que intrepreta de forma magistral la última noche de la mal llamada loca, una mujer superdotada y lúcida, hija y madre de reyes a la que la historia vuelve a sacar de su cautiverio de la mano de Concha Velasco, la reina española de la escena.

-Hora y media de monólogo...

-Dicho así echaría para atrás al más pintado (risas). Aunque Juana esté sola en escena, es un espectáculo virtual, grande, divertido, en el que contamos la última noche de la reina Juana I de Castilla, mal llamada La Loca, encerrada en Tordesillas durante 46 años, desde los 29 embarazada de su hija Catalina a la que da a luz después de muerto Felipe el Hermoso, hasta los 76.

-¿Y cómo cuenta su vida?

-Como la podíamos contar cualquiera de nosotros si fuéramos tan lúcidos como ella, que no estaba loca para nada. Esta obra es un retrato precioso, porque Juana era una superdotada, la más guapa de las hijas de los Reyes Católicos.

-Interpreta a una gran mujer...

-Yo como actriz siempre he tenido tres mujeres que me importaban muchísimo por la injusticia que se había cometido con ellas: María Antonieta, esa pobre niña a la que con 14 años desnudan en la frontera de Francia y que termina en la guillotina acusada de incesto con su hijo; María Estuardo, que la llevan también a la guillotina para quitarle todo: la corona, el amor, la vida... y Juana, la gran maltratada de la historia de España, la mal llamada loca, la encerrada, maltratada por su familia, no por la historia.

-¿Fue una historia injusta?

-La historia la hacen los protagonistas y los protagonistas de la historia de España eran en ese momentos los Reyes Católicos. Juana era la heredera real del trono y ¿qué pasó?, que Fernando el Católico le quitó la corona, Felipe el Hermoso, también, y dicen ¿qué hacemos con esta mujer? pues lo de siempre, uy que está loca, ay que está enamorada, pues hala venga. Eso es lo que contamos en esta obra.

-Juana era una valiente...

-La obra está dirigida por Gerardo Vera y está basada en un texto de Ernesto Caballero. Contamos el último momento de la vida de Juana confesándose ante Francisco de Borja. Ella nunca quiso confesarse, ella fue siempre muy crítica con la Iglesia Católica porque tenía preguntas y no tenía por qué pedir perdón. Ella tenía que perdonar, incluso a Dios por haberla metido en ese encierro injusto. Por haberle quitado los hijos nada más tenerlos, que los amamantaba y se los arracaban de los brazos. Era una coneja, que tenía hijos, que todos fueron reyes, uno de ellos emperador nada menos. Por eso lo que el espectador va a ver es un espectáculo bellísimo.

-Era rebelde...

-Sí. Es la gran rebelde, por eso la encierran, por su rebeldía.

-¿Qué recomienda a alguien que quiere ser actor?

-Que tenga la misma vocación que he tenido yo desde los 10 años. No he dejado de amar esta profesión. Salir al escenario es la alegría de mi vida. Tengo una vocación infinita y no la he perdido en ningún momento. Ahora tengo la suerte de tener muy buena salud y muy buena memoria, que es lo que hace falta para esta profesión. Ya llevo un año interpretando a Juana y aún sigo leyendo sobre ella, y aún me sigue interesando saber más cosas sobre ella. Soy en este momento una madre feliz , una abuela feliz y tengo unos 76 años maravillosos. A la hora de interpretar a Juana tengo mis motivaciones que, como decía don José Tamayo, ese gran maestro de la dirección, no tengo por qué contar aquí (risas).