Hace nada tuvo lugar la Gimnastrada de Extremadura en el pabellón Multiusos de Cáceres. ¡Más de 3.000 participantes!, procedentes en su mayoría de la región, pero también de Jaén, Salamanca y Toledo, además de Portugal. Uno de los 82 colectivos intervinientes fue el Conservatorio Elemental de Danza El Brocense de la Diputación Provincial de Cáceres. Eran las 12:00h cuando comenzaron a salir al escenario los 140 bailarines de este conservatorio. Han leído bien: ¡140! Ellas, con falda negra, lazo y fajín rojo a la cintura, maillot blanco y tres plumas rojas en el pelo; ellos con pantalón negro, tirantes y camisa blanca de antebrazo negro. Desde lo alto de las gradas, repletas en el fondo y bien pobladas en el lateral, la coreografía dirigida por la directora del conservatorio, Amparo Lucía Jiménez Rubio, resultó espectacular, sencillamente una obra de arte, a mi modesto entender, el propio de alguien que, como yo, no entiende mucho de Danza -aunque tiene meridianamente claro cuando un espectáculo es bello y le provoca emociones placenteras-, ni tampoco tiene hijos estudiando en esta disciplina artística.

Este conservatorio, ubicado en el Complejo San Francisco de la Diputación Provincial de Cáceres, cuenta con 140 alumnos, repartidos en dos líneas de 1º a 4º. Por su lado, el claustro lo integran 3 profesores de Danza y 1 de Música. Hasta aquí todo bien, excepto que este curso finalizan sus estudios de 4º de Enseñanzas Elementales 36 alumnos que no podrán continuar formándose en Cáceres, ya que en esta ciudad no se imparte el segundo ciclo de Enseñanzas de Danza. Lo cierto es que la mayoría de los que terminan estudios de Enseñanzas Elementales tienen entre 12 y 16 años y aún es pronto para ir a estudiar fuera de Cáceres. En definitiva, tras cuatro años entregados a una actividad tan formativa, a nivel cognitivo, afectivo-social y psicomotor, estos chicos y chicas deben abandonar una de sus pasiones, uno de sus hobbies: la danza.

Aún estamos a tiempo de evitar tan aberrante situación. Para el próximo curso pongamos en marcha el 1er nivel de Enseñanzas Profesionales de Danza y estos danzarines podrán continuar sus estudios y no interrumpirlos por el único problema de vivir en una ciudad de provincias incapaz de ofrecer esta formación a sus jóvenes.

Por suerte, me consta que en estos momentos la Institución Cultural El Brocense y la Diputación Provincial de Cáceres, instituciones de las que depende este conservatorio, tienen a la cabeza a dos personas muy comprometidas con lo social, con lo cultural, con la Música y la Danza. Estoy convencido de que ellos ya han tomado buena nota de esta necesidad y para el curso próximo el Conservatorio Elemental de Danza El Brocense de Cáceres pasará a llamarse Conservatorio Profesional de Danza El Brocense de Cáceres, y esos 36 alumnos no tendrán que abandonar su formación en este arte.