Las promotoras y constructoras cacereñas no se atreven a iniciar nuevas promociones, salvo las viviendas a 60.000 euros, las que gozan de protección pública y, como excepción, alguna de renta libre. La dificultad para acceder a las hipotecas y la fuerte desconfianza que existe en el mercado por la coyuntura económica han retraído a los compradores, provocando una caída entorno al 70% de las ventas inmobiliarias. Ante este panorama, las empresas se vuelcan en las obras ya iniciadas y guardan sus proyectos para tiempos mejores, o al menos un poco mejores. Así lo explican las firmas consultadas por este diario.

"No se están haciendo nuevos edificios, el sector se ha centrado en la venta de lo que ya estaba en construcción", explican desde Pronorba. Y es que la venta de bloques completos sobre plano, tal y como ocurría hace tres o cuatro años, ahora es impensable. Primero, porque no hay nuevas promociones. Segundo, porque la incertidumbre general lleva al ciudadano a comprar un piso ya hecho, que puede ver y tocar, que no se va a quedar a medias por una quiebra. "La gente ahora compra el producto terminado, ni siquiera la vivienda protegida se vende alegremente sobre plano", explica Pilar Acosta, responsable de Viassa y expresidenta de la asociación sectorial de empresarios. "El comprador quiere una casa que pueda escriturar mañana mismo y sea suya", agrega Beatriz Pinilla, de Pinilla Corporación Empresarial.

El sector se adapta a la situación ajustando costes donde y como puede, para ofrecer un precio final más asequible. "Ahora mismo, en cuanto a renta libre, el prototipo del piso que se vende es de 90 metros cuadrados con 3 dormitorios y un precio en torno a los 180.000 euros", explica Beatriz Pinilla. "Todo lo que pase de 200.000 euros supone un riesgo y se vende menos. Las unifamiliares, por ejemplo, han sufrido un descenso", precisa Acosta. "La vivienda libre puede haber reducido su precio un 25%", detallan desde Pronorba. No obstante, para las rentas altas se siguen construyendo pisos de unos 300.000 euros y más de 110 metros cuadrados en zonas preferentes de la capital cacereña.

UN CREDITO, UN PRIVILEGIO Hay que contener los precios porque las hipotecas no están ni mucho menos fáciles. Es complicado conseguirlas, deben aportarse numerosos datos y avales, y aún así no cubren más del 80%. Por tanto, el comprador tiene que contar con dinero ahorrado y después afrontar cuotas mensuales durante 20 o más años. Las promotoras llegan a alcanzar acuerdos con clientes que luego se quedan sin efecto porque no consiguen un crédito.

"Esta situación hace mucho daño al sector", afirman en Pronorba. "La crisis que nos envuelve es financiera, no de la construcción, y fruto de ella se resienten los sectores productivos y el empleo", matiza Pilar Acosta, quien no obstante aprecia desde el mes de enero cierta recuperación en la demanda. "Hasta hace poco, los préstamos hipotecarios permitían comprar el piso, el coche y la nueva cocina, y además pagar las vacaciones. Ahora resulta imposible que nadie te financie el 100% de la vivienda. Es difícil de entender", concluye Beatriz Pinilla.