Nos regimos por agendas que organizan nuestro tiempo y espacio; nos anclamos a calendarios para comprobar festivos; cambiamos la hora según el almanaque de turno, y damos por ciertas las onomásticas anuales marcadas como oficiales. En este sentido, los días 21 de marzo, junio, septiembre y diciembre --oficialmente-- dan lugar al comienzo de las estaciones de primavera, verano, otoño e invierno respectivamente. Pero si olvidamos oficialidades, abandonamos la teoría, atendemos a la lógica y vemos el transcurrir de los meses, no siempre las fechas señaladas como 'comienzo de estación', obedecen en la práctica a lo estipulado.

Y así, acontecen estaciones atípicas, como lo fuera nuestro verano de 2014, con temperaturas inusualmente bajas, al que siguió un otoño propiamente veraniego. El progresivo cambio climático a escala mundial es una realidad incuestionable, que no sólo afecta a la variación de temperaturas o al mayor o menor índice de precipitaciones, sino que altera nuestro entorno en muchos aspectos más.

Quizás llegue un momento en el que las fechas de inicio y finalización estacional no serán sino meros indicativos de un pasado, y entonces nos regiremos por parámetros --tal vez científicos, tal vez prácticos-- que nos indiquen principio, fin y duración de cada período climático.

Pero así como muchos atienden a un calendario preestablecido, siendo --quizás-- esclavos del tiempo, otros muchos se desentienden de éste, guiándose por el instinto y prestando atención a la naturaleza, o incluso a la conducta social, para reconocer cuándo transcurre una época u otra sin mirar el calendario. Son personas que viven su día a día sin agenda en el bolsillo, y para las que el tiempo no es más que una medida. Mayores que vivieron esa época en la que cada día valía según lo que marcara el calendario, y que, con los años descubrieron que hay que apreciar cada momento --sin olvidar obligaciones, eso sí-- pero sin programar cada segundo, dejando opción a lo inesperado. Gente para las que el ir y venir de las estaciones no son más que una 'conversación de ascensor'.