Las nubes nos han regalado algunas gotas esta noche. De repente, desaparecen, con celeridad extrema, y la noche queda estrellada sobre el estío de Cáceres. Mañana hará frío, pero no pensemos en lo que aún no ha llegado y vivamos la belleza de la noche paseando por nuestra particular eternidad. El silencio imperante contrasta con la sonora altivez de la piedra que no puede dejar de estar callada y nos grita siglos de historia, siglos de grandeza, orgullo, sacrificio, sudor y sangre que conformaron nuestra Villa Alta tal y como hoy la conocemos.

Frente al Palacio de los Marqueses de Torreorgaz se abre un entrante recoleto separado --como si de un civil iconostasio se tratara-- por unos guardacantones de granito. Siento especial predilección por ello, y no por su belleza o antigüedad (que es poca) sino porque un día, allí sentado, se me materializó el soneto a Beatrice que Dante escribió en la Vita nuova : Tanto gentile e tant´honesta pare... Pero no me hagan mucho caso, que ya, si me conocen, sabrán de mi pasión por la divagación críptica. En ese entrante se levanta una pequeña casa solariega, perteneciente al linaje de los Ulloa Carvajal, como atestigua su bellísimo blasón, primorosamente tallado en pálido alabastro sobre cartela y que hoy pertenece a los Uríbarri.

Desde ese entrante vemos ya la fachada lateral de la construcción que hoy nos ocupa, la casa de los Paredes Saavedra. Antes de subir hacia la fachada principal, veremos el esgrafiado y añoraremos el día en que todos los palacios y casas nobles de Cáceres los poseían, y los colores que un día tuvieron y que desaparecieron, en la mayor parte de los casos, para dejar ver mamposterías y sillarejos. Ya dije, y repetiré, que lo que hoy vemos no es más que la invención de unos cuantos en el siglo XX y que si imaginan cómo sería la parte antigua en otros siglos se quedarían bastante sorprendidos.

Junto al esgrafiado una reja en losange, de esas que por estas tierras, se denominan carceleras. La fachada principal da la calle Ancha, frente al callejón de doña Lola, así llamado por Dolores de Carvajal y Sánchez, mujer de Alvaro Cavestany de Anduaga, que tiene su callejón --como se dijo-- en la Cuesta de la Compañía, gracias a Alfonso Díaz de Bustamante. Amplísima portada adovelada en resalte, sobre la cual se abre un vano arquitrabado guarnecido a juego con el arco de medio punto que bajo él se encuentra. Multiplicidad de vanos, entre los que destacan la ventanita gótica de la izquierda del espectador, el ajimez mudejarizante de la derecha y otra ventana --geminada también-- pero esta vez trilobulada, gótica, con mainel de pizarra y enmarcada en alfiz.

La talla

Dos hermosos escudos, de excelente talla, nos hablan de los linajes primigenios. Partidos ambos, el izquierdo nos muestra las armas de Paredes y Saavedra y el derecho Paredes y Golfín. Los restos de la torre se intuyen en la parte superior izquierda del cuerpo central, lo cual era más visible antes de la reforma emprendida en los años ochenta del pasado siglo en el solar de Ulloa. La casa posee su patio interior, donde también se muestran escudos de Saavedra. La casa hoy pertenece a la familia Silos, de origen placentino, pero asentada en Cáceres hace alguna generación.

Que casi ni lo digo, la casa se levantó hacia finales del XIV comienzos del XV y se reformó profundamente en el XVI, y con otras reformas posteriores. De los Paredes ya hablamos hace dos semanas al ver la casa de los Sánchez Paredes, a los Saavedra los conocimos al visitar lo que fue su alcázar, hoy integrado en el palacio de los Golfines de Arriba y los volveremos a ver extramuros, en el palacio de los Marqueses de Monroy.

Hoy no les hablaré mucho de genealogías pero sí me referiré a otro que, probablemente nació en esta casa, aunque no me atreveré a asegurarlo con certeza. Llamado García de Paredes, hijo de Sancho de Paredes (muerto en Cáceres en 1557) y nieto del fundador de aquella línea, Garci Fernández de Paredes. Pasó la mar y llegó a ser capitán general de Quito y se enfrentó al legendario corsario sir Francis Drake. Sus hijos, que quedaron en Perú fueron García de Paredes Ulloa, oidor de la Real Audiencia de Charcas y fray Francisco Messía de Paredes, que ocupó altos cargos en la Orden de los Predicadores en Perú y Chile. Al final les hablé de genealogías, no puedo remediarlo.

Dejo de pensar en alianzas y entronques y continúo el paseo nocturno. Cáceres, de madrugada es un placer divino. Silencio, roto por el vuelo de alguna lechuza o por la radio de algún insomne. Se puede caminar sin miedo, de la mano, e incluso dar algún beso furtivo que otro, como un quinceañero, y sentir el escalofrío de estar haciendo algo prohibido. Es demasiado tarde, nos iremos a casa, menos mal que vivo cerca. Los versos de Dante vuelven a mi cabeza: Uno spirito soave e pien´d´amore che va dicendo all´anima: sospira...