Hace tiempo que los países más adelantados y progresistas de la vieja Europa se dieron cuenta de que ‘fabricar pobres’ era un negocio absolutamente ruinoso. Dato que, por ejemplo, el Partido Popular ‘celtibérico’ y su dirigentes y asesores han ignorado totalmente hasta ahora, promulgando leyes y decretos que propiciaban el aumento del número de ‘pobres de solemnidad’, creando notables diferencias económicas entre los españoles y propiciando que los jóvenes se instalasen en el ‘banco’ de la pobreza para aprovechar sus magros rendimientos.

Finlandia, Islandia, los Países Bálticos, Suecia, Canadá y algún otro de envidiable inteligencia política se han dado cuenta de que la pobreza es enormemente cara y ocasiona unos gastos públicos que resultan insostenibles a largo plazo.

La pobreza es la causa de muchas situaciones de penuria que la mayoría de los estados rechazan y critican. A España, estas críticas la llueven por todas partes. También es causa de delincuencia, de abandono escolar, de desahucios, denuncias y procesos que exigen reparaciones onerosas. De la urgencia de auxilios sociales y a la dependencia; como de muchas subvenciones públicas, provinciales y municipales, para una parte de las oenegés o de las instituciones de beneficencia, también es responsable la pobreza y quienes la provocan.

Por otra parte, es causa de los disturbios en Lavapies o de la inquietud vecinal en otros distritos pobres de muchas ciudades -favelas o suburbios- que no siempre se pueden solventar con cargas de la policía local o con detenciones indiscriminadas de algunos participantes. Participantes pobres de solemnidad, dispuestos a todo; a los que se imponen multas totalmente incobrables.

La pobreza es una infección de ciertas partes de la sociedad absolutamente curable por procedimientos muy simples. Especialmente en países ricos - como parece que es España - según proclaman y repiten nuestros líderes políticos cada vez que tienen ocasión.

Una infección provocada por las diversas corrupciones de los órganos administrativos que estructuran el cuerpo social; que acaban por dislocar y pudrir las partes más delicadas e indefensas del conjunto de ese cuerpo social; que va sintiendo la rabia y el desengaño por los dolores y molestias que está soportando injustamente.

Incluso, las masivas protestas y manifestaciones de mujeres y jubilados están instigadas por el inminente peligro de caer pronto en el ‘pozo de la pobreza’ que están cavando los responsables de las injusticias con las que desaparecen y se esfuman sus pensiones y salarios. ¿Cómo es posible que los actuales responsables políticos del Estado, de las comunidades autónomas o de las provincias y municipios no se hayan dado cuenta aún de que la pobreza se lleva una gran parte del Presupuesto, y no aporta nada al aumento del PIB?. ¡Realmente, hay que ser muy torpes¡.

Todos los afanes gubernativos de los ministros peperos, cuando este partido gozaba de mayoría absoluta, fue promulgar leyes laborales, sociales, culturales o educativas que rebajaran apoyos y retribuciones a los trabajadores que se dedicaban a estas tareas. Sectores muy numerosos y profesionales de alta productividad se vieron empobrecidos en sus retribuciones para ahorrar fondos públicos -con lo que aumentó sensiblemente la corrupción- y favorecer la prosperidad de las empresas privadas que se dedicaban a los mismos servicios y trabajos, aunque pagando mucho menos a sus trabajadores. Opino que mejor que cambiar de reglas -y mucho más barato- sería cambiar de “cuadros políticos” y terminar de paso con la corrupción.