La expansión urbanística que ha sufrido Cáceres en los últimos años no ha ido acompañada de un crecimiento proporcionalmente parecido de la población de derecho, la que está censada y paga los impuestos en la ciudad. La creación de nuevas zonas residenciales conlleva un incremento de los costes a los que tiene que hacer frente el consistorio para mantener los servicios municipales. Ese aumento acaba repercutiendo en la tasa que paga el ciudadano. Dos ejemplos recientes son la renovación de la red de abastecimiento de agua en el norte de la ciudad y la creación de una nueva línea de autobuses. La primera actuación ha incidido en la subida del agua, aunque no ha sido uno de los factores más determinantes, y la segunda afectará a la revisión del contrato entre el ayuntamiento y la empresa que gestiona el autobús, y podría incidir en el precio del billete, que desde este año se considera tasa.

Los tres servicios más importantes (agua, recogida de basura y autobuses) se llevan aproximadamente la quinta parte del presupuesto local. Las nuevas viviendas generan ingresos por el IBI, aunque la densidad residencial en los nuevos polígonos es menor. La expansión urbana es positiva, pero tiene que ser racional para que el consistorio pueda hacer frente a unos costes que acaban repercutiendo en lo que el ciudadano paga por los servicios.