Contemplar las pinturas, admirar las esculturas, observar las instalaciones, escudriñar cada detalle de una obra de arte…. ¿Pero qué ocurre si no podemos conjugar ninguno de estos verbos? ¿Qué pasa si falta el sentido de la vista? Con su espíritu siempre vanguardista en todos los conceptos, el Centro de Artes Visuales Helga de Alvear ofrece recorridos táctiles para las personas que no pueden disfrutar de la creatividad con sus propios ojos. Son visitas bajo la curiosa denominación ‘prohibido no tocar’ y simplemente hay que reservarlas con una antelación mínima de 10 días, preferiblemente en grupos (acceso libre).

Dirigidas a personas sin visión, con resto visual o grupos mixtos, y con la colaboración de La Caixa, dichas visitas se desarrollan en torno a las obras escultóricas de la exposición ‘Idiosincrasia. Las anchoas sueñan con panteón de aceituna’. Mediante diversas acciones táctiles, el usuario percibe las cualidades de cada creación que le permiten tener un acceso más completo a los contenidos o experiencias plásticas que transmiten las piezas. En el caso de la obra de Franz West, este público puede tocar directamente, sin necesidad de guantes de látex, los elementos que la forman, percibiendo su volumen, las texturas de las soldaduras, la frialdad del material, así como el chorreo de la pintura lacada sobre el aluminio, en una relación táctil que precisamente este artista antepone a la tradicional relación visual entre la obra y el espectador.

También en las piezas de Asier Mendizabal se puede sentir el laminado con el que se han ejecutado los trabajos, los bordes y las sinuosidades de sus formas. En la obra ‘Montaña’, de Alberto Peral, se proporciona a estos usuarios una réplica a escala reducida con la forma piramidal construida a base de esferas, con cerámica esmaltada, y luego se les permite tocar las esferas reales para que sientan sus proporciones reales. Asimismo, en la creación de Federico Guzmán se puede percibir el juego de escala de los diversos elementos que la forman. Todo ello acompañado de un método dialógico entre el técnico que realiza la visita y los propios usuarios.

De este modo, según explican desde el centro, el público con problemas visuales tiene la posibilidad de acceder a la riqueza material y formal del arte contemporáneo. La madera, los objetos cotidianos, las resinas o los materiales industriales de las obras de Atelier van Lieshout, Dan Flavin o Haegue Yang, entre otros, proporcionan una aproximación más que palpable a la escultura actual.

Además, el centro también ofrece visitas descriptivas, en las que un educador va detallando aquellas obras clave que no pueden tocarse por su delicadeza, con tal suerte de detalles y pormenores que permiten a la imaginación adentrarse en los conceptos estéticos y formales de cada pieza.