Cualquier recipiente es bueno para almacenar agua entre los vecinos de la calle Amistad. El cúmulo de circunstancias que les ha dejado sin suministro, en algunos casos desde el viernes y previsiblemente hasta el martes, les han llevado a buscar recursos para mantener cierta normalidad, a pesar de la indignación que sobrevuela en el ambiente. "Ayer --por el sábado-- no pude ni lavar los uniformes del colegio de los niños y tampoco hemos podido ducharnos, así que esta tarde iremos al pueblo a ducharnos en casa de mis padres", explica Teresa Domínguez. Lleva en brazos un barreño con la colada recién hecha, aunque procede de la lavadora de su suegra, que vive dos calles arriba y no tiene problemas de suministro. "La familia es la opción que nos queda mientras esto dure", afirma resignada.

La situación de Ana Fargallo no es mejor. Vive en el número 8, pero su casa está en un primer piso, con lo que durante toda la semana pasada "solo he tenido un hilo de agua, y desde el viernes por la tarde, nada", afirma. Por eso, en los minutos de agua que tuvieron el sábado "solo pensé en ducharme", asevera, y así lo hizo. Ayer había vaciado todo el lavavajillas, para lavar a mano, con un cubo y un paño había limpiado algún baño y "la colada la llevaré a casa de mi madre", afirmaba.

En el caso de Demetria Rojo será su hija quien le haga la colada y les ´preste´ la ducha estos días. "La casa olía fatal", explica sobre el sábado. Ayer ya habían hecho acopio de agua cuando el camión cisterna llegó, pero esa medida "no es la solución", relata.