Imagino que el verano ha pasado como tenía que pasar, y ya estamos metidos de nuevo en el lío de afrontar un curso que se nos echa encima, con todos los retos e ilusiones que lleva consigo el comenzar una nueva etapa de nuestra vida. A lo largo de los meses pasados, seguro que hemos tenido: Sol, bochorno, frescor matutino, piscina, patrón, vírgenes, verbenas, DJ, saludos a los que ves una vez al año…cosas típicas de los veranos de los pueblos extremeños.

El curso comienza con nuevos proyectos en la cabeza de cada uno, pero mejor los dejamos para que cuando se vayan haciendo realidad sean comentados a su tiempo. Contamos con la buena disposición inicial, para afrontar los retos, pero ya sabemos que hace falta un poco más que esa buena disposición para hacer realidad las cosas que nos propongamos, sobre todo cuando tenga que hacer eso que me cuesta tanto.

Cuando escribo estas líneas el papa anda de viaje por Irlanda y la realidad de la Iglesia representada en la familia y en otras cosas, se hace presente de una forma preocupante. A pesar de su valentía se le ha pedido que tiene que hacer más, el escucha, medita, y después seguirá con su labor y ministerio incuestionable. La Iglesia vive momentos duros, difíciles, y algunos intentarán hacerle daño en lo que es su seña de identidad: la fidelidad al Evangelio de Jesús. Estas líneas son un apoyo a la labor del Papa, contra los que, incluso, desde dentro de la propia Iglesia intentan desprestigiarlo.

Cada año espero que en el día de la Virgen de Guadalupe, Día de Extremadura, se nos presente alguna señal, aunque sea mínima, de que la Puebla pasará, si Dios quiere, a ser territorio de la Archidiócesis Extremeña, pero, voy perdiendo la esperanza. Ya sé que el “tiempo” en la Iglesia funciona con unos mecanismos que se nos escapan, por lo que tendré que seguir esperando.

Para comenzar ya vale, saludo de nuevo a los que a través del diario Extremadura, seguís esta columna semanal, os deseo a todos que el curso que vamos a comenzar os traiga mucha paz y mucho bien.