Jesús Custodio volvió a brillar ayer y lo hizo en un escenario poco convencional. Como foco, el sol; como tablao, la tierra; y al fondo, Voaex (Viajes de hormigón por la Alta Extremadura), la primera escultura que Wolf Vostell levantó cuando llegó a Los Barruecos de Malpartida de Cáceres, un coche enterrado parcialmente bajo un bloque hormigonado que encofraron albañiles malpartideños y que es el mejor exponente de la integración del arte contemporáneo en la naturaleza.

El público aplaudió, y cómo, durante este espectáculo titulado «Naturaleza = Arte = Vida» que sirve para cerrar los actos de conmemoración del 40 aniversario de la apertura del Museo Vostell Malpartida, uno de los más fascinantes del mundo, símbolo magnífico de la vanguardia contemporánea.

Vostell era amante del happening, una obra de arte concebida como manifestación artística múltiple que pretende la participación espontánea del público; por eso suele ser efímero. Los happenings se presentan en lugares públicos, irrumpiendo en la cotidianeidad (un ejemplo de ello son las instalaciones del fotógrafo Spencer Tunik, con sus multitudes desnudas). Ayer Jesús Custodio y todo su cuadro flamenco consiguieron esa comunión (inolvidable el Carmina Burana, cantata escénica del siglo XX inspirada en los poemas medievales) y la utilización de cencerros, panderetas y palos de agua que en manos del público fueron pura armonía. En el escenario, Jesús Custodio; presente siempre, Wolf Vostell -sun in your head- (el sol en vuestra cabeza). H