Casado, padre de dos hijos y camino de ser abuelo, Damián Je­sús Niso (Brozas, 1954), es graduado en Magisterio y licenciado en Geografía e Historia. Tiene estudios de Teología y es máster en Di­rección de Centros Educativos por la Complutense. Profesor y director del colegio San Antonio, al que lleva 39 años vinculado, posee un interminable bagaje de compromisos con la Iglesia: miembro activo de la Delegación de Familia, delegado episcopal de Pastoral Penitenciaria y una larga trayectoria en Cáritas. El 3 de febrero tomó posesión como director de Cáritas Diocesana de Coria- Cáceres.

<b>--El necesitado, el enfermo, el sin techo, el desamparado, el que vive en soledad... Cada vez están más a las orillas de esta sociedad de modas, de apariencias, de</b> ‘postureo’ <b>en las redes sociales...</b>

--Por eso Cáritas tiene que ser la voz que habla en nombre de ellos, debemos darles visibilidad, que la sociedad se dé cuenta de que estos problemas existen, que sepa cuáles son las necesidades de quienes viven en nuestra diócesis, en nuestro pueblo, en nuestro barrio...

--¿Qué lleva a alguien a echarse a sus espaldas la responsabilidad de esta obra social de la Iglesia, de la que depende cada año la ayuda a miles de personas y cientos de hogares de la diócesis?

--La vocación. A los 14 años ya colaboraba en la parroquia de San Blas y casi toda mi vida he estado en el mundo de lo social, visitando asilos, hospitales, la prisión...

Luego el Señor me hizo una llamada a través del obispo. Me dijo: «Oye, te necesito para que me eches una mano con esto». Le dije que desconocía si cumplía el perfil, pero aquí estoy prestando mis servicios. No sé si lo haré bien o mal, confío en que el obispo me diga si las cosas son mejorables o si ha llegado el momento de que otra persona se ponga al frente.

--Y después de una vida de experiencias en este ámbito, díganos, ¿tan difícil sería acabar con la miseria y la pobreza en sociedades avanzadas como la nuestra?

--Si las administraciones públicas y privadas nos pusiéramos a ello, sería fácil erradicar estas situaciones. Hay posibilidades de revertir las carencias de empleo, vivienda y otras necesidades primarias. Si todos nos empeñáramos, sería posible, estoy convencido

--Las administraciones siempre hacen gala de sus políticas sociales... ¿Su ayuda es de verdad determinante o a veces también forma parte de la propaganda?

--Sí que ayudan. A lo mejor no todo lo que nosotros quisiéramos, no lo suficiente, pero en nuestro caso contamos con el apoyo de las instituciones tanto locales, como provinciales y autonómicas. Se muestran sensibles cuando les pedimos algo extraordinario, sintonizan con nuestras peticiones y tratan de buscar soluciones.

<b>--Da la sensación de que durante la crisis, tan grave y duradera, se ha dado muchas veces el pez en lugar de la caña... Quizás no había cañas. ¿Sigue siendo el empleo la gran carencia?</b>

--Sí, porque el trabajo es el que sustenta la economía familiar. Habiendo empleo --no precario--, las personas hacen frente a sus necesidades primarias y tienen disponibilidad para otras actividades. Por ello, en Cáritas el trabajo nos preocupa mucho. Tenemos varios compañeros, profesionales técnicos, que están dedicados exclusivamente a este programa.

--Hemos acogido en Cáceres la Cruz de Lampedusa, encargada por el Papa con madera de pateras naufragadas. ¿Por qué apenas llegan refugiados a España y menos aún a Cáceres?

--No vienen tantos como debieran, no sé si se trata de una frontera burocrática que impide esa buena voluntad que se puso en un principio. La verdad es que han llegado a cuentagotas. Esas personas nos necesitan porque en sus países lo están pasando muy mal, y en un mundo globalizado, los que tenemos una situación económica mejor debemos acomodarlas, acogerlas y acompañarlas.

--Es licenciado en Geografía e Historia. ¿Por qué si estamos viviendo la etapa histórica de mayor evolución, hay tanta hambre?

--Por egoísmo de las propias personas, de las administraciones y hasta quizás por culpa de la Iglesia, que no somos capaces de llevar a cabo todo lo que debemos hacer. Vivimos en tiempos donde la gente se mira el ombligo, quiere tener sus necesidades, ocio y gustos cubiertos, y de los demás no nos preocupamos, tampoco del medioambiente, no sé qué le vamos a dejar a nuestros nietos.

<b>--Precisamente también es director y profesor del colegio San Antonio. ¿Educamos a los niños para un mundo justo y sostenible?</b>

--Al menos en el colegio, en eso estamos. Los valores que intentamos inculcar a los niños van por ahí, por una preocupación por el medio, por la naturaleza, y más nosotros dentro de nuestros valores franciscanos. Ponemos nuestro grano de arena y creo que la familia de alguna manera también está sensibilizada con este tema. Pero hay que seguir ahí porque pasan dos días y se nos olvida.

--¿Qué estamos haciendo mal los padres, sobre todo...?

--Cuando era pequeño, los valores de la escuela eran muy parecidos a los de mi casa y a los de la sociedad. Hoy la familia tiene unos y la sociedad otros, se han trastocado. Ese choque descoloca a los padres a la hora de educar, pero también a los niños. Los padres, a veces, influidos por la sociedad y por los medios, ven romperse sus esquemas y dudan de si inculcar esos principios a sus hijos los hará raros, distintos. Hoy ser padre resulta muy difícil, afortunadamente he pasado esa etapa y ahora voy camino de ser abuelo. Pero todo el mundo educa con la mejor de las intenciones.