El sistema supuestamente utilizado por estos dos detenidos no tiene nada que ver con los casos de clonación de tarjetas, según explicaron ayer fuentes policiales. En la clonación --copia de tarjetas ya existentes-- los estafados eran los usuarios de las tarjetas originales, ya que sacaban el dinero de sus cuentas, bien de cajeros automáticos o realizando compras que luego se cargaban a los clientes. Sin embargo, en este último caso, se falsifica la tarjeta en sí, por lo que el estafado es el comercio o el propio banco.

Las tarjetas falsificadas no remiten a una cuenta bancaria como ocurre con un usuario normal, al que se le descuenta el importe de la compra, sino que a través de unos códigos introducidos en su banda magnética hacen que los datáfonos acepten la operación de compra sin levantar sospechas del comerciante. El dependiente le entrega el artículo adquirido y el posterior ingreso que debe recibir la tienda por dicha venta nunca se produce. Esto hace suponer que el número de comercios en los que han actuado aumente en los próximos días al detectarse que no se han realizado dichos ingresos.