La situación actual de la barriada de San Marquino podríamos catalogarla como degradante, consecuencia directa de la escasa población, el bajo poder adquisitivo, alto índice de desempleo y bajo nivel cultural. No existe oferta inmobiliaria que favorezca el aumento poblacional, lo que origina una emigración progresiva de la población hacia otras zonas de la ciudad. Hay una carencia de servicios mínimos, como consecuencia de un crecimiento improvisado.

La iluminación de las calles es insuficiente y en algunas de ellas ni siquiera existe. La red de recogida de pluviales está obsoleta, lo que origina la anegación de calles. Asimismo, la red de saneamiento en algunas zonas permanece abierta, proliferando todo tipo de roedores. El trazado laberíntico de sus calles hace imposible el acceso del transporte escolar a la zona y la gran presencia de barreras arquitectónicas dificulta la accesibilidad peatonal. La carencia de medidas que disminuyan el incesante tráfico desde Ronda de Vadillo hasta Fuente Concejo origina ruido, humos, dificultad de acceso al barrio, retrasos en el transporte público, riesgo para los peatones y situaciones de verdadera tensión cuando los servicios sanitarios eligen la zona como itinerario hacia el hospital San Pedro de Alcántara.

La señalización vial es contradictoria y falta presencia policial, a pesar de poseer la policía de barrio. Tampoco hay cabinas, buzones, zonas ajardinadas, de recreo, comerciales, farmacias, centros educativos y sanitarios. Todo ello repercute negativamente en la calidad de vida de los habitantes, haciendo de sus vidas un peregrinar constante en la búsqueda de estos servicios. Carecemos de inversiones en actividades culturales, lúdicas (ludotecas infantiles) y deportivas, que tienen que ser ofertadas por la asociación vecinal de forma puntual.